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Acuerdo de gobierno: laicismo descafeinado

Sabido es que los partidos políticos varían sus propuestas dependiendo de si se encuentran en la oposición o gobernando. Pero la manera en que lo hace la derecha y la izquierda difiere bastante. La derecha quiere mostrarse moderada, casi «de centro», mientras no gobierna, para sacar todo su arsenal de recortes de derechos sociales y de medidas que benefician a las clases pudientes y grupos poderosos de diferente pelaje. La izquierda, por el contrario, mientras está en la oposición saca todo su rojerío, se muestra contestataria, promete cambios legislativos contra las desigualdades y contra los privilegios. Pero cuando llega a gobernar se desinfla (¿por miedo a las reacciones de la furibunda derecha?). La derecha gobierna sin complejos: una reforma laboral lesiva, una ley mordaza agresiva y una ley educativa regresiva. La izquierda solo se atreve a gobernar con un programa político descafeinado. Y esto es especialmente cierto en lo que concierne a las relaciones Estado-Iglesia Católica, asunto espinoso donde los haya para la izquierda de este país.

El PP ha regalado privilegios a la Iglesia Católica: le permitió a la Iglesia inmatricular a su nombre joyas arquitéctonicas como la Mezquita de Córdoba, patrimonio de la humanidad y propiedad hasta ese momento de toda la ciudadanía; se le ha eximido de pagar impuestos como el IBI, el de sociedades, plusvalías, sucesiones, transmisiones patrimoniales, etc.; se ha blindado la asignatura de Religión en el sistema educativo. Privilegio tras privilegio. En la oposición, la izquierda quería derogar los Acuerdos con la Santa Sede; hablaba de desterrar la Religión del sistema educativo, de «meterle mano» a las inmatriculaciones de la Iglesia Católica, de cobrarle los impuestos pertinentes. En definitiva, acabar con sus privilegios y hacer realidad la laicidad del Estado, principio fundamental de la democracia. Y ahora que van a gobernar, ¿qué dicen que harán?

Para ser justos, hay que decir que en el documento firmado por PSOE y Unidas Podemos se habla de defensa de la libertad de conciencia y laicidad del Estado. ¡Pero laicidad descafeinada! La asignatura de Religión no será evaluable y siempre voluntaria, ¡pero ahí estará! Las inmatriculaciones solo se retornarán al erario público si fueron realizadas «indebidamente» (como si el saqueo del patrimonio público fuese en algún momento aceptable). ¿Y qué más se dice sobre la laicidad del Estado? ¡Nada! Ni rastro de los impuestos que no paga la Iglesia Católica, ni de la denuncia de los Acuerdos con la Santa Sede, ni del adoctrinamiento en las aulas concertadas de la Iglesia Católica, ni de los curas en hospitales, cuartéles, cárceles, ni de los millones de euros para conservación de su patrimonio inmobiliario y artístico particular. Habrá quien diga que hay asuntos más importantes que plasmar en el documento, pero no parece que sea ninguna tontería la gestión de los más de 11600 millones de euros que recibe la Iglesia Católica del Estado cada año por todos los conceptos. La laicidad, aunque solo fuese por interés puramente económico, se merecía algo más de espacio en ese documento.

Eugenio Piñero Almendros. Miembro de Valencia Laica

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