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Actos pedófilos durante decenios en la Iglesia australiana

Una comisión de investigación real se interesa por las respuestas institucionales a las acusaciones de pedofilia. Sobre los 1880 casos en examen, ninguno a sido objeto de investigación.

El arzobispo de Brisbane (Australia), Mark Coleridge, avisó a los fieles el día anterior, en un vídeo difundido durante la misa, y escribió a miles de padres de niños escolarizados en un establecimiento católico: lo que oirían a partir del lunes 6 de febrero sería “lúgubre”, “chocante”, “una horrible fotografía de los espantosos abusos sexuales” cometidos por sacerdotes sobre miles de niños.

Las cifras sobre pedofilia en instituciones católicas en Australia, hechas públicas el lunes, han revelado la amplitud del desastre. Entre 1950 y 2010, 7% de los sacerdotes han sido acusados de cometer actos pedófilos, declara Gail Furness, la abogada de la comisión real que investiga desde hace 4 años sobre la pedofilia en el país. En algunas diócesis, la cifra se eleva al 15%. Entre 1980 y 2015, 4444 casos de abusos sexuales han sido reportados a las autoridades eclesiásticas; el 90% de las víctimas eran niños con una edad media de 11 años y medio (10 años y medio para las niñas). Cerca de 1900 religiosos han sido identificados, pero 500 otros siguen desconocidos. Las cifras más altas se refieren a monasterios: el 40% de los monjes en la orden Brothers of St John of God, que acogía sobre todo a huérfanos, han sido acusados.

“LOS SACERDOTES Y LOS RELIGIOSOS CAMBIABAN DE DESTINO. LA CULTURA DEL SECRETO DOMINABA, Y LAS COSAS SE ESCONDÍAN”, EXPLICA GAIL FURNESS, LA ABOGADA DE LA COMISIÓN REAL QUE INVESTIGA.

En los años 2000, las estadísticas muestran una disminución de los actos pedófilos, pero Gail Furness precisa que pasan de media unos 33 años entre el acto y la denuncia. Las respuestas de la Iglesia han sido “de manera deprimente, similares en todo el país”, ha criticado la abogada. “Se ha ignorado a los niños o, peor, se les ha castigado. Las denuncias no fueron seguidas de investigaciones. Sólo se cambiaba el destino de los sacerdotes y de los religiosos. Las nuevas parroquias o comunidades donde llegaban ignoraban todo de su pasado. (…) Imperaba la cultura del secreto, y las cosas se escondían.”

Los Australianos han descubierto gracias al trabajo de largo alcance de la comisión real la amplitud de la pedofilia en su país. Desde 2013, este organismo ha investigado en el seno de la Iglesia (25% de los Australianos son católicos, 17% anglicanos), pero también en clubs de deporte, en las prestigiosas escuelas privadas, los orfanatos, etc.

Los testimonios de las víctimas se han transmitido en directo y han dejado el país en estado de choque. Por ejemplo los de las personas que sufrieron los abusos de Gerald Ridsdale, sacerdote que agredió durante más de veinte años, al filo de sus cambios de destinos, a unos cincuenta niños, algunos de poco más de 4 años. A sus 82 años, está en la cárcel.

La comisión ha oído, en marzo 2016, al cardenal australiano George Pell, hoy prefecto del secretariado para la economía del Vaticano, equivalente a ministro de economía. Tuvo que explicar la respuesta que dio, en los años 1970, a las acusaciones formuladas contra sacerdotes en el estado de Victoria, donde trabajaba. Él mismo ha sido acusado de abusos sexuales, pero lo niega; se está investigando el caso.

Después de estas revelaciones, la Iglesia ha deplorado su “inmenso fracaso en la protección de los niños”. “Estas cifras son chocantes, trágicas, indefendibles”, ha declarado, llorando, francis Sullivan, responsable del Consejo de la Verdad, de la Justicia y de la Curación, instaurado para responder en nombre de la Iglesia a la comisión. “Como católicos, agachamos la cabeza con vergüenza”, añadió.

Algunas víctimas o sus allegados han estimado que estas cifras, muy elevadas, estaban sin embargo subevaluadas. Mons. Sullivan ha reconocido que “muchos no dijeron nada a nadie”. Anthony y Chrissie Foster, cuyas dos hijas se cuentan entre las víctimas, han expresado su cólera en la cadena ABC: los sacerdotes “no han manifestado ni compasión ni remordimientos.Nada.” Una de sus hijas se suicidó en 2008.

La comisión real tiene que terminar su trabajo dentro de tres semanas. En este tiempo, oirá a más víctimas y a arzobispos australianos, y planteará siempre la misma pregunta: cómo ha podido ser tan extendida y quedar oculta durante tanto tiempo?

Caroline Taïx (Sydney, correspondance) – periodista de Le Monde

Traducción: Loren Arseguet

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