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Absuelto en apelación el cardenal Barbarin, condenado por silenciar la pederastia en la Iglesia francesa

El antiguo arzobispo de Lyon había apelado su condena en primera instancia. Las víctimas acudirán al Tribunal Supremo

El tribunal de apelaciones de Lyon ha absuelto al cardenal Philippe Barbarin, condenado el año pasado en primera instancia a seis meses de prisión con exención de pena por no denunciar los casos de pederastia cometidos por un cura de su diócesis, Bernard Preynat, a pesar de que varias víctimas acudieron a él entre 2014 y 2015. Le informaron y le pidieron que apartara al sacerdote de las funciones parroquiales que seguía ejerciendo décadas después de que reconociera ante sus superiores haber abusado de decenas de menores. Independientemente de esta última decisión judicial, que los demandantes ya han anunciado que recurrirán ante el Tribunal Supremo, en Francia se considera el caso Barbarin crucial, ya que ha servido para denunciar —y sobre todo romper— el silencio que durante décadas impuso la Iglesia católica francesa a los abusos sexuales contra menores cometidos por sus miembros.

Sin dar grandes explicaciones, los jueces han revertido este jueves la condena del tribunal correccional que en marzo de 2019 condenó al otrora todopoderoso cardenal de 69 años, considerado en su momento papabile, por no haber denunciado ante la justicia las agresiones sexuales que el cura Preynat reconoció haber cometido contra decenas de menores en los años 70 y 80, cuando dirigía un grupo scout católico de Lyon. El caso se destapó cuando una de estas víctimas, Alexandre Hezez, descubrió por casualidad en 2014 que Preynat seguía ejerciendo funciones sacerdotales que lo mantenían en estrecho contacto con menores. Hezez acudió a Barbarin y, tras constatar que este no actuaba, denunció los hechos ante la justicia. Aunque su caso particular había prescrito, su acción desató toda una cadena de reacciones y denuncias que acabaron provocando la acusación de Preynat, pendiente ahora de sentencia tras haber reconocido varios casos no prescritos en un juicio celebrado este mismo mes, y, también, la imputación de Barbarin por ocultar los hechos.

El cardenal, que asegura que jamás buscó “ocultar” los abusos, apeló de inmediato la sentencia condenatoria, aunque a la par presentó su dimisión como arzobispo de Lyon. El papa Francisco sorprendió a propios y ajenos al rechazarla, pese a lo cual Barbarin ha permanecido todo este tiempo alejado de sus funciones al frente de la diócesis más poderosa de Francia.

Los abogados del religioso, que no acudió al tribunal este jueves, manifestaron su satisfacción por un fallo que, afirmaron, “repara una injusticia”. El cardenal Barbarin “es inocente” insistió Jean-Félix Luciani, uno de sus defensores. El segundo de sus letrados, André Soulier, indicó que la sentencia confirma su tesis de que no se debe usar a Barbarin como chivo expiatorio para que purgue “todos los pecados de una institución”.

Por el contrario, Jean Boudot, abogado de uno de los demandantes en el juicio inicial, calificó la revocación de la pena de “incoherente” y anunció la decisión de acudir al Tribunal Supremo para que emita una última opinión.

Mientras, François Devaux, presidente de Palabra Liberada, la asociación de víctimas del cura Bernard Preynat responsable en buena parte del fin de la omertà de la Iglesia y de sentar a Barbarin en el banquillo de los acusados, se manifestó tras la sentencia absolutoria del cardenal decepcionado pero no sorprendido. En declaraciones a periodistas, Devaux recordó que este caso ha impulsado, por una parte, un debate nacional sobre la pederastia y la mejora de leyes que protegen a menores de abusos sexuales. Y, por otra, ha provocado que la Iglesia creara una comisión independiente que investiga los casos de pederastia en su seno desde 1950 y que deberá presentar su informe el año que viene.

“Creo que todo el mundo está de acuerdo en que de todo esto ha surgido una toma de conciencia ausente durante mucho tiempo”, dijo a periodistas a la salida del tribunal en Lyon. El caso Barbarin, pase lo que pase ahora, ha “puesto en evidencia a la Iglesia y cuestiona su posición moral”.

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