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A vueltas con la República

Siempre se nos dijo, y durante mucho tiempo estuve de acuerdo, que hay cosas más importantes que debatir sobre la jefatura del Estado, y que, mientras cumplieran su función y no alteraran la convivencia ni se diera mal ejemplo, podíamos asumir –desde nuestro republicanismo cívico y político– el accidentalismo de la monarquía parlamentaria.

Pero las cosas han cambiado, y eso es innegable. No voy a ser yo el que recuerde lo que ha pasado, ni hacer un alegato de descrédito hacia nadie, pero el castillo de naipes hace tiempo que ha caído, y debemos hablar de ello con la misma normalidad que hablamos de otras cosas. Los y las socialistas ya lo hicimos con el acuerdo del Consell del Botànic sobre la reforma constitucional de febrero del 2018, y no se nos cayeron los anillos. Propusimos reformar e incluir diferentes aspectos en nuestra carta magna, unos más importantes que otros, con el objetivo claro y único de mejorar la actual situación y avanzar en la mejora de nuestra democracia.

Por eso, como demócratas que somos, hace falta hablar en positivo y abrir la puerta al cambio, y que, una reflexión que afecta a toda ciudadanía y todos los partidos, permita la plena democratización de las instituciones que tenemos, como es, entre otras, la Jefatura del Estado que, en muchos otros países, suele ser elegida por procedimientos democráticos, cosa que no pasa ahora en nuestro país. Porque ningún puesto en nuestro sistema legal puede estar refrendado por otro factor que no sea el escogido libremente por la gente que formamos parte de esta comunidad sin que, como dice nuestro artículo 14 de la Constitución, pueda prevalecer discriminación por razón de raza, sexo, religión, opinión, ni nacimiento. Pertenecer a una familia no es presunción de infalibilidad sobre nada, y a las pruebas nos remitimos.

Aniversario de la II República

Esta semana hemos celebrado el 90 aniversario de la II República, y la república es la demostración palpable de que nadie está por encima de nadie. La república es educación, federalismo, modernidad, sanidad, feminismo, cultura, laicidad, innovación, tolerancia, vanguardia, igualdad, ciencia, redistribución de la riqueza, bienestar social, libertades públicas, pluralidad… Son todos esos valores universales que nos han enseñado desde pequeños, y que muestran la parte positiva de una sociedad avanzada y plenamente democrática. Son los elementos que, en favor del progreso, propician una sociedad cambiante, lejos del inmovilismo, y cuyos avances se van reflejando en el propio sistema jurídico que nos otorgamos como colectivo.

Los sistemas legales deben estar de acuerdo con la sociedad representada. Y cuando no los representa, porque si la sociedad es más avanzada que la normativa que se le aplica, no es la sociedad la que tiene que cambiar, sino el sistema legal que la sustenta.

Continuaré con el día a día, con las imperfecciones de nuestro sistema. Pero mi obligación como socialista es mejorar la vida de las personas y mi compromiso por la democracia es absoluto, por eso hoy alzo una voz, como he hecho siempre, con la tranquilidad que me otorga la sociedad abierta en la que vivo y en la que creo poder mejorar, acompañando a la ciudadanía defendiendo la opción republicana.

Al final, la República es el signo de la normalidad, modernidad y vanguardia, y queremos que sea así, más pronto que tarde, por decisión de la mayoría, como no puede ser de otra manera. Por eso no está mal que, de vez en cuando, y con la controversia justa que pueda existir, estemos a vueltas con la República.

Diputado autonómico y secretario general del PSPV-PSOE de la provincia de Castelló

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