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A los defensores de la escuela concertada

Propongo un supuesto a los defensores de la escuela concertada: la creación de un centro educativo islámico concertado. Los musulmanes, al igual que los católicos, tienen el mismo supuesto derecho torticero a la libertad de educación de sus hijos y a elegir el tipo de centro más acorde con sus valores y creencias. Por eso supongo que los defensores de la concertada estarían a favor, en áreas donde la población musulmana haga posible tener suficiente número de alumnos (especialmente en las grandes capitales), se puedan crear centros educativos con ese ideario religioso y que reciban los mismos beneficios que los conciertos católicos. Bueno, que los conciertos en general.

Esos centros educativos estarían acordes a las necesidades morales y éticas de sus padres, tendrían por defecto la asignatura optativa de religión islámica y existirían, en los mismos, simbología que representara, al igual que existen cruces en los concertados católicos, su religión. Además, claro está, de establecer rezos voluntarios en una mezquita interior que, a la hora de su construcción, se habría pergeñado. Y todo ello sin olvidar un uniforme específico que, respetando la ideología del centro educativo, permitiera que los alumnos fueran con chilaba y las alumnas con hiyab. Además de, por motivos obvios, permitir que los alumnos y las alumnas estuvieran en diferentes clases porque el ideario religioso hace que las niñas deban ser educadas por “profesoras mujeres” y los niños por “profesores hombres”. Nada diferente de los colegios concertados que segregan por sexo. Por tanto, cumpliendo la misma normativa que permite los conciertos anteriores.

El Estado o las administraciones autonómicas deberían asumir el coste de los docentes (seleccionados, de forma discrecional, con los requisitos -más allá de la titulación y las exigencias de máster obligatorias en Secundaria- que marcaran los propietarios del centro). En este caso uno de los requisitos para los docentes, al igual que sucede con muchos centros concertados católicos, es que la ideología de los mismos vaya de la mano con la del centro educativo. Por tanto, uno de los requisitos sería profesar la religión musulmana. Por tanto, ya tenemos uno de los filtros básicos del asunto que, más allá de lo anterior, podría ampliarse con otros filtros en función de la rama del islam que profesen los propietarios del centro. Y también, dentro del concierto, asumir los gastos básicos de mantenimiento que vienen incluidos en el módulo de conciertos.

Serían centros educativos con ideario propio, rezos voluntarios para los niños y niñas (sí, al igual que los centros concertados católicos deben matricular a alumnado de otras religiones, estos estarían abiertos a familias que no profesen esa religión -aunque ya sabemos que, si el ideario es uno, es complicado que vayan personas de otra religión o ateos) y celebración de todas las fiestas islámicas. Además, como dispondría de comedor, el mismo estaría sometido a la ley islámica, con determinados alimentos prohibidos y menús marcados por el imán de la zona.

El primer día de curso daría por inaugurado el mismo el imán y, después de una sesión de rezos para la familia, se empezaría la aventura. Porque, qué hay más ilusionante que la existencia de un centro educativo que dé cabida a las necesidades de muchas personas. Y qué menos que, al igual que sucede con muchísimo centros católicos, se concierte por parte de la administración educativa. Porque, lo que es un sinsentido es que, con la población musulmana actual en nuestro país, no se apoye desde el gobierno que tengan los mismos privilegios que otras religiones.

Creo que ya empieza a ser hora de tomar la decisión de empezar a facilitar ciertas cosas porque, lo que no se puede permitir son los privilegios. Y los conciertos están para permitir, según sus defensores, que todo el mundo tenga derecho a que a sus hijos se les adoctrine de una determinada manera. Así pues, qué mejor para irse de las redes de la izquierda adoctrinadora y perversa, que dar la oportunidad a todos los ciudadanos, con independencia de su religión, a que dispongan de sus centros educativos y subvencionárselos.

Por cierto, no se puede estar a favor de los conciertos educativos a centros católicos sin estar a favor de los conciertos a centros musulmanes, judíos, evangelistas o protestantes. Y ya no digamos a centros educativos de ideología atea porque, al final, los ateos también tienen derecho a que les subvencionen sus centros con dinero público y a elegir a sus docentes.

Supongo que los defensores de la concertada vais a estar de acuerdo con esta posibilidad que se plantea. Además, en este caso hay masa crítica de alumnos para hacerlo posible. Ya se tarda desde las organizaciones islámicas en crear sus centros educativos y pedir los conciertos. Tienen todo el derecho del mundo a hacerlo, ¿no creéis?

Jordi Martí

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