Líder político compareció el miércoles por acusaciones que estaba al corriente de los abusos
El Colegio Sagrado Corazón de Jesús de Bétharram, una institución católica de Francia, se ha convertido en el epicentro de uno de los escándalos de abusos más devastadores en la historia reciente del país.
Durante más de cinco décadas, cientos de niños y adolescentes fueron sometidos a violencia física y sexual por sacerdotes y personal educativo del centro. Más de 200 exalumnos han denunciado los abusos que ocurrieron entre los años 50 y principios de los 2000.
Los relatos de las víctimas incluyen violaciones, tocamientos inapropiados, golpizas extremas y castigos físicos que dejaron secuelas permanentes.
El escándalo afecta directamente a uno de los personajes más influyentes de la política francesa: François Bayrou, actual primer ministro y hombre clave dentro del gobierno de Emmanuel Macron. Bayrou, figura central de la coalición política que gobierna Francia, se encuentra en el ojo del huracán debido a su relación personal con la escuela.
Relación directa con la institución
Bayrou no era ajeno al Colegio Sagrado Corazón de Jesús. Varios de sus hijos asistieron a la institución y su esposa, Isabelle Perlant, fue profesora de catecismo allí. La escuela, situada cerca de Pau —la ciudad donde Bayrou ha sido alcalde durante más de una década—, formaba parte de su vida familiar y social. Sin embargo, su cercanía con la institución ha sido uno de los puntos que más ha exacerbado las críticas en su contra.
Las sospechas sobre su conocimiento de los abusos, aumentaron cuando su hija Hélène Perlant publicó un libro en el que relató que fue agredida físicamente por un sacerdote, durante un campamento escolar en 1996.
Perlant contó que el sacerdote la golpeó con una rama frente a otros estudiantes como castigo. Aunque en ese momento no se lo contó a su padre, el relato de su hija aumentó la atención sobre las acciones de Bayrou durante su mandato como ministro de Educación Nacional, entre 1993 y 1997.
Bayrou frente a la comisión parlamentaria
La situación alcanzó un punto crítico este miércoles, cuando Bayrou compareció ante una comisión parlamentaria que investiga los abusos ocurridos en el colegio. Durante su intervención, el primer ministro reiteró que no tenía conocimiento de los abusos mientras estuvo al frente del ministerio.
Mantengo mi declaración. No tengo ninguna otra información como ministro de Educación… y no me beneficié de ninguna información privilegiada, afirmó Bayrou ante los diputados.
Además, defendió su honor y criticó las “campañas” que, según él, buscan destruirlo políticamente.
Nunca intervine en ningún procedimiento judicial relacionado con el caso”, insistió, rechazando las acusaciones de encubrimiento.
Sin embargo, testimonios recientes sugieren que Bayrou fue advertido en 1996 sobre los abusos por una exprofesora y un juez local, lo que ha intensificado las críticas hacia su gestión en el Ministerio de Educación.
Una crisis política en desarrollo
Las acusaciones en torno a Bayrou han provocado una profunda división en el ámbito político francés. La oposición ha exigido su renuncia, acusándolo de haber encubierto los abusos o de haber permanecido pasivo ante las advertencias. Sectores de la derecha lo acusan de proteger a sus allegados y de no haber tomado las medidas necesarias para evitar el sufrimiento de las víctimas. Desde la izquierda, se ha demandado una revisión exhaustiva de la relación entre el Estado y las instituciones religiosas, especialmente en cuanto a la manera en que las autoridades públicas han manejado estos casos de abuso durante décadas.
A pesar de la creciente presión, el presidente Emmanuel Macron ha respaldado públicamente a Bayrou, reafirmando su “confianza absoluta” en su primer ministro. Sin embargo, la situación sigue siendo compleja, especialmente porque Bayrou ya enfrentaba dificultades políticas antes de que estallara el escándalo. La pérdida de popularidad y la falta de una mayoría clara en la Asamblea Nacional lo han dejado en una posición vulnerable.
De momento, solo se ha detenido e imputado a un vigilante del colegio como parte de las investigaciones.
Una tragedia más amplia
El caso Bétharram no es un hecho aislado. Forma parte de una crisis mucho más grande que ha sacudido a la Iglesia católica y a otras instituciones religiosas en Francia. En 2021, la Comisión Independiente sobre los Abusos Sexuales en la Iglesia estimó que alrededor de 216.000 menores fueron víctimas de abusos por parte de sacerdotes y religiosos entre 1950 y 2020. Esa cifra se eleva a 330.000 si se incluyen los empleados laicos de instituciones religiosas.
Este escándalo también pone de manifiesto una cuestión fundamental: ¿Cómo fue posible que los abusos continuaran durante tanto tiempo sin que nadie interviniera? Las investigaciones han revelado que las víctimas fueron sometidas a amenazas y chantajes que les impidieron denunciar lo ocurrido.
Algunos de ellos han hablado sobre cómo los responsables de la institución, incluidos sacerdotes y autoridades locales, crearon un clima de miedo y represión para protegerse a sí mismos y sus actos.