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Damas católicas versus Damas republicano-socialistas en 1910

Con el título “Mujeres y Damas”, el periodista Juan Almela Meliá escribió un artículo en su habitual columna “Cuartillas Volanderas” en el periódico El Socialista, del día 17 de junio de 1910. Con su habitual ironía el valenciano se dedicó a criticar una publicación católica que había realizado unos comentarios contra las “damas rojas republicanas” y las mujeres socialistas.

Este artículo versa sobre este texto, ya que aporta información sobre la mentalidad conservadora y católica en relación con la irrupción de las mujeres progresistas en la vida pública española en aquel momento, además de ofrecernos la respuesta a la misma por parte de uno de los escritores socialistas más activos de las primeras décadas del siglo XX, desde un evidente y acusado anticlericalismo, además de su componente de crítica social. Así pues, dos modelos de mujer: el conservador y católico, y el propio de la naciente conjunción republicano-socialista.

Meliá exponía que una revista católica había realizado un comentario considerado ofensivo hacia las mujeres de izquierdas. Para el clero, citando al autor, las mujeres siempre habían sido tenidas por poco, insinuando que la Iglesia prefería a los hombres cuando no a los niños, un comentario anticlerical nada intelectual y más propio del popular. En todo caso, las únicas mujeres consideradas por los sacerdotes eran las que tenían dinero. Las ricas siempre eran agasajadas y recibían “fácilmente la absolución de sus pecados”. El comentario contra las mujeres republicanas y socialistas se resumía en la frase, “¡A cualquier cosa llaman damas!”.

Pero, en realidad, con su habitual pluma ácida e irónica, Meliá estaba de acuerdo con la publicación católica. Calificar como damas a las que tenían que trabajar para vivir, cuidar sus hogares e hijos, formarse y ser compañeras del hombre, constituía una ofensa. Por nuestra parte, no podemos dejar de comentar que Meliá consideraba que la palabra “mujer” significaba compañera del hombre. No olvidemos que, aunque es evidente que el socialismo español luchó intensamente por la igualdad de derechos de la mujer, en una parte del mismo siempre pervivió un acusado paternalismo, algo muy habitual en el socialismo internacional, aunque líderes como Bebel combatieran esta idea.

Para Meliá el término de “dama” sonrojaba porque iba acompañado de otros, como aristocracia, doctrina, catequista, etc.., adquiriendo, por lo tanto, un carácter “deplorable”. Consideraba que las mujeres republicanas se habían equivocado al haber adoptado el término de damas, pensando que era una palabra biensonante cuando era profundamente antidemocrática. En todo caso, las republicanas honraban el nombre.

La publicación católica había realizado comparaciones entre las mujeres socialistas y republicanas, que en 1909 habían combatido la guerra, y las hermanas de la Caridad que habían ido a Marruecos para cuidar a los heridos, hijos de las revolucionarias que, como sabemos, eran los prestaban el servicio militar e iban a la guerra. Meliá es demoledor en varios párrafos contra las hermanas de la Caridad y su labor, citando la obra de Manuel Ciges Aparicio, El libro de la vida doliente: del hospital (1906).

Pero, además, insistía en que, si aquellas mujeres cuidaban a los heridos en Melilla, las mujeres de izquierdas habían puesto en peligro su vida para evitar que hubiese heridos que cuidar.

Así pues, por un lado, las mujeres, y por otro las damas y las beatas. Las primeras para luchar contra el sacrificio de sus hijos, las otras para salvar a los suyos gracias al dinero (la redención en metálico), o para repartir escapularios, en clara alusión a lo que había ocurrido en el verano de 1909 en el puerto de Barcelona cuando damas de la aristocracia habían entregado escapularios y medallas a los reservistas llamados a filas, siendo el desencadenante de la tensión que derivó en la Semana Trágica.

Eduardo Montagut. Historiador

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