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El distrito londinese de Ealing prohíbe las vigilias de oración cerca de clínicas abortivas

Concejales del distrito londinense de Ealing han votado por unanimidad usar la «Orden de protección del espacio público», para evitar que nadie pueda rezar y ofrecer apoyo a mujeres embarazadas delante de una clínica abortista de Marie Stopes.

La medida aprobada de forma definitiva –hubo una  primera tentativa el año pasado– por ese distrito de la capital británica se enmarca en una campaña de los políticos pro-abortistas, encaminada a impedir la labor humanitaria de los grupos provida que han salvado a un gran número de mujeres, y de paso a sus hijos, de cometer el crimen de matar a sus hijos no nacidos.

Dicha campaña comenzó con la propuesta de la diputada Rupa Hu en la convención nacional del partido laborista. La política propuso su partido la defensa de la prohibición de la actividad provida ante las clínicas donde se practican abortos:

«Quiero presentar una enmienda a la ley de violencia doméstica –que formó parte del último discurso de la Reina al Parlamento británico– para crear una zona segura alrededor de estas clínicas, porque la acera debe ser un espacio seguro. Nadie debe sentirse incómodo al acceder a los servicios o durante su rutina diaria».

Posteriormente, y con ocasión del 50 aniversario de la aprobación de la ley que despenalizaba el aborto en Gran Bretaña, 113 parlamentarios laboristas y liberales, con sus líderes Jeremy Corbyn y Vince Cable al frente, firmaron una carta instando al Ministro del Interior Amber Rudd a prohibir las vigilias de oración cerca de las clínicas de aborto.

Durante la discusión sobre la medida tomada por el distrito de Ealing se presentó el testimonio de madres que habían planeado abortar a sus hijos, pero renunciaron a cometer tal crimen al recibir ayuda de las vigilias.

El sitio web Be Here For Me recopiló sus historias. Una mujer explicó lo que le sucedió:

«Vi a mi bebé en una ecografía. Estaba muy feliz, jugando y metiéndose el pulgar en la boca. No tuve elección sobre lo que iba a hacer. Lloré, lloré mucho».

Entonces habló con una mujer presente en la vigilia que se ofreció a ayudar. La Good Counsel Network, una organización que apoya a las madres en situaciones de vulnerabilidad, se aseguró de que tuviera alojamiento, alquiler y comida para poder quedarse con su bebé, que ahora tiene 10 meses.

Según un asistente a la votación en el distrito, una madre «se arrodilló espontaneamente y suplicó a los que participaban en la vigilia poder quedarse y ayudar a otras mujeres como ella».

La norma hace que sea ilegal para los partidarios de la vida ofrecer apoyo en 100 metros alrededor de la clínica. Es probable que entre en vigor el 23 de abril.

Mons. John Serrington, obispo auxiliar de Westminster, manifestó el pasado mes de febrero la oposición de la Iglesia Católica a la prohibición que finalmente se ha adoptado.


“Me hicieron sentir como criminal por hacerme un aborto”

BBC

“Me dijeron que era una asesina… que estaba matando algo con un corazón que latía”.

Ella es Lisa Jones, quien hace unos años se sometió a un aborto y fue hostigada por manifestantes que rodeaban la entrada de la clínica donde se realizó el procedimiento.

Todavía hoy recuerdo sus palabras, todavía me persiguen“, le contó al programa Victoria Derbyshire de la BBC.

Lisa vive en Inglaterra, una de las naciones del mundo con las leyes más liberales de aborto y la clínica donde se realizó el procedimiento está en Londres.

A pesar de que el aborto está permitido en este país, los activistas antiaborto suelen pararse fuera de las clínicas donde se llevan a cabo las interrupciones de embarazos y se les ha acusado de hostigar a las mujeres que se someten a los procedimientos.

Igual que Lisa, otras mujeres aseguran que siguen perturbadas por la conducta de los manifestantes, que suelen pararse con pancartas a la entrada de las clínicas con el objetivo de convencer a las mujeres de que no tengan el aborto.

La situación ha provocado que algunas de las autoridades locales en la capital británica estén considerando prohibir la presencia de los activistas, que llevan 20 años haciendo campaña en este país.

Lisa no tuvo una opción. Sus médicos le aconsejaron terminar su embarazo después de que le diagnosticaron un tumor cerebral.

Ponerse en riesgo

“Me hicieron someterme a un aborto”, le cuenta a la BBC.

“Traté durante algunos años de embarazarme y cuando finalmente concebí, fue lo mejor que me había pasado. Pero cuando te dicen ‘no puedes tenerlo’ es absolutamente desgarrador.

La mujer asegura que los comentarios de los manifestantes condujeron a que estuviera a punto de poner en riesgo su vida y no someterse al procedimiento.

“Estuve a punto de salir de la clínica, irme a casa y arriesgar mi vida porque no quería que me calificaran de asesina”, explica.

“Pero no pude”.

Y afirma que ver a los manifestantes que siguen parados frente a la clínica la indigna y frustra“.

“Pienso que es cruel e injusto. No creo que deba permitirse”.

Después de una consulta, las autoridades del ayuntamiento de Ealing, en el oeste de Londres, someterán a voto una prohibición de los activistas que protestan frente a la clínica Marie Stopes.

Para ello se introducirá una “zona neutral”, que los grupos que apoyan el aborto desean que cubra un área de 100 metros desde la clínica.

Las organizaciones de aborto esperan que esto abra la puerta para que otros ayuntamientos de Londres tomen la misma decisión.

Prohibición

El gobierno británico también está llevando a cabo consultas sobre el acoso y la intimidación frente a las clínicas de abortos. El Ministerio del Interior afirma que está revisando los informes para decidir qué medidas tomar.

Los grupos antiaborto afirman que en realidad su objetivo en las clínicas es ofrecer apoyo a las mujeres que no desean tener el procedimiento pero que no ven una forma de evitarlo.

Las vigilias -en las que rezan por las madres y los niños no nacidos y entregan folletos- son esporádicas. Hay días en los que hay decenas de personas; otros solo un par.

En Birmingham, centro de Inglaterra, Rachel Mackenzie ha estado asistiendo a las vigilias locales durante los últimos tres años.

Ella se sometió a dos abortos, pero ahora dice que se arrepiente.

“Me paro frente a las clínicas porque no quiero que haya otra ‘Rachel’ que entra a esas instalaciones de aborto para después arrepentirse”, la cuenta a la BBC.

Si alguien hubiera estado allí para detenerme y decirme que ‘había otras opciones’, quizás mis hijos estarían vivos hoy“.

El año pasado casi 200.000 mujeres se sometieron a un aborto en Inglaterra y Gales, y se calcula que una tercera parte de las mujeres en estas naciones tendrán un aborto en su vida.

Pero el Servicio Británico de Asesoría de Embarazos -uno de los proveedores de abortos más grande de Reino Unido- afirma que aproximadamente una de cada cinco mujeres que ven decide continuar con su embarazo después de consultar al personal de sus clínicas.

“Turbador”

Rachel explica que cuando se para frente a su clínica local se pone a “rezar silenciosamente”.

“Lo que digo es: ‘¿te puedo ayudar?, aquí está este folleto’… y sólo les muestro amor”.

Asegura que no ha visto evidencia de mujeres que sean abusadas o a quienes se les llame “asesinas”, y que esto “no sería permitido”.

Pero para algunas mujeres la sola presencia de los manifestantes es perturbadora.

Rebecca -que prefiere no usar su apellido- tuvo un aborto hace 18 meses en otra clínica en Reino Unido y dice que quedó traumatizada por los activistas.

“Recuerdo haberme sentido muy asustada por (someterme al aborto)”.

“No esperaba enfrentarme con un grupo de gente parada allí, avergonzándome por algo que realmente era muy difícil para mí“, afirma.

“Había un hombre al que siempre recordaré. Me miró cuando me bajé del auto, me miró fijamente y después bajó la cabeza. Me sentí como un ser humano totalmente inaceptable”.

“Fue algo en lo que pensé todo ese día, y los días, semanas y meses que siguieron. Y hasta hoy, cuando reflexiono en esa época, pienso en ello”.

“Esto añadió mucho dolor a algo que ya era demasiado doloroso”.

“Efecto dañino”

Rachel afirma que lamenta que algunas mujeres sientan que los manifestantes están empeorando su experiencia.

Cuando le preguntamos si ha logrado que alguien cambie de parecer sobre tener un aborto, dice que no piensa que ella personalmente lo haya logrado.

Pero agrega que el trabajo de los manifestantes en general ha conducido a que “cientos de mujeres” decidan no tener un aborto.

Para Rebecca, sin embargo, es claro que los manifestantes tienen un efecto dañino en muchas mujeres.

“Quisiera que estos individuos que continúan protestando frente a las clínicas sepan que cuando se paran (allí) por una o dos horas, eso es una pequeña parte de su día”.

“Pero para las mujeres que experimentamos esto, ellos serán recordados por el resto de sus vidas”.

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