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Los bautizos civiles se extienden a 71 municipios catalanes en 20 años

Los bautizos civiles se han extendido a 71 municipios catalanes en los últimos 20 años, después de que Alella (Barcelona) lo ofreciera por primera vez en 1998, aunque no fue hasta 2004 cuando se celebró el primero, en Igualada (Barcelona).

El bautizo civil es un rito laico que “remarca la entrada y la pertenencia al grupo” de los recién nacidos y sirve para dar la bienvenida al niño como “ciudadano reconocido”, explica la antropóloga Rosa Canela en una entrevista a Efe.

“El bautizo civil no es una transformación ni una copia del bautizo religioso, es una opción diferente“, puntualiza Canela, autora del libro “Bateig sense Aigua. Accions i celebracions civils a Catalunya”, ganador del premio Civisme 2016 en la modalidad de ensayo y publicado en 2017.

Ante la tendencia a la baja de los bautizos religiosos, con un porcentaje por debajo del 50 % respecto al total de nacimientos en Cataluña, los civiles podrían ser una alternativa, pero es un rito que aún “crea debate en la sociedad”, explica Canela, y de momento, es minoritario.

Según la antropóloga, los recién nacidos bautizados por este rito laico serían menos del 1 %.

Las también llamadas ceremonias de bienvenida despiertan polémica, sobre todo en las redes, por “desconocimiento” y “la necesidad de preservar lo que por algunos es considerado como lo auténtico”, señala Canela, aunque a veces también hay “actitudes poco respetuosas” por parte de los defensores del laicismo.

“Hay que construir juntos un conjunto ritual para todo el mundo, que no excluya, que respete la diversidad y dé más valor a la comunidad”, considera la también ex jueza de paz de su pueblo natal, Cabra del Camp (Tarragona).

La investigadora recuerda que otras ceremonias laicas, como el matrimonio y el funeral, también fueron fuente de debate social, y hoy están ampliamente aceptadas en la sociedad, con un 80 % de enlaces matrimoniales por lo civil frente al 20 % religiosos en 2016, por ejemplo.

En el caso de los bautizos, el proceso de consolidación “aún está en camino”, aunque tanto los religiosos como los civiles “puede ser que desaparezcan” por la reducción de unos y la poca consolidación de los otros, respectivamente.

Canela explica que los bautizos civiles “no han arraigado porque dependen del sentido de comunidad”, que en la sociedad actual “pierde peso” frente a la creciente importancia de la esfera privada, por lo que los nacimientos se celebran a menudo con una comida familiar privada.

El primer bautizo civil que se celebró en España fue en 1870, en Reus (Tarragona), y fue un rito que tomó fuerza hasta 1939 como un símbolo de oposición a la jerarquía eclesiástica.

También llamado bautizo republicano, librepensador o laico, lo impulsó la creación del Registro Civil en 1871, y se inspiraba en los ritos laicos celebrados en Francia tras la Revolución francesa.

“Los ritos de paso laicos se utilizaban como actos de desafío e inversión respecto al catolicismo, con el objetivo de visualizar la separación entre Iglesia y Estado”, explica Canela.

Por este motivo, con la instauración de la dictadura franquista se prohibieron, aunque se hicieron algunos “a escondidas y restringidos al espacio privado”.

Los tipos de ceremonia civil son variados, ya que hay bautizos individuales y colectivos, con la figura del padrino o sin ella, pero tienen en común el uso de la palabra, algo que “llena de solemnidad y contenido” el rito.

Así, en las celebraciones laicas, “muchos recorren a la poesía, las metáforas, la música y la naturaleza para explicar y expresar lo inexplicable”, cuenta la antropóloga.

Necesitamos los ritos de paso porque son una experiencia colectiva catártica”, con una función social, psicológica y política, “refuerzan el sentimiento de pertenencia a un grupo” y nos ayudan a “superar lo que hace daño o da miedo”, concluye.

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