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Las mujeres musulmanas entre la misoginia y la islamofobia

¿Qué es la mujer en la religión?

La “mujer” en la religión es un relato. Esto significa que todo lo que se dice de las mujeres en las religiones son narraciones, resultado de la interacción entre distintos mecanismos de poder y autoridad de enunciación, que se erigen como verosimiles mediante la repetición, la acumulación histórica y las acciones performativas.

Si el género es un discurso con significado cultural, entonces la categoría “mujeres” y lo “femenino” en el campo religioso también lo son. El impacto de estos discursos y estructuras patriarcales han funcionado históricamente como mecanismos de control, disciplina y castigo contra las mujeres.

Cuando hablamos de la situación de las mujeres en el Islam es posible distinguir dos narrativas opuestas y dominantes, pero igualmente misóginas o anti-mujeres a las que llamo: La “idealización de la desigualdad” y “demonización”.

La Idealización de la desigualdad: ¿Para qué el feminismo, si Dios ya lo dijo?

La “idealización de la desigualdad” es promovida por el Islam ortodoxo, especialmente a través de los telepredicadores y sostiene que el Corán elevó la posición de las mujeres desde una terrible condición de objeto en la sociedad árabe pre-islámica, a un estado de completa igualdad y reconocimiento de sus derechos.

De acuerdo con este enfoque, el feminismo no tiene cabida en el Islam. Ya todo está dicho, nada debe ser cuestionado, ninguna interpretación nueva debe permitirse, ya que las únicas diferencias entre hombres y mujeres se derivan de la biología: Las mujeres pueden concebir, los hombres tienen más disposición a la fuerza física, pero ambos son iguales ante Dios.

La “idealización de la desigualdad” carece de una respuesta coherente a la prevalencia de prácticas discriminatorias contra las mujeres musulmanas en base a diferencias que no se justifican con la naturaleza biológica, tales como la prohibición de entrar por la puerta principal o hablar en algunas mezquitas o las reglas que no permiten a las mujeres tener posiciones de liderazgo espiritual y administrativo; no hay razón biológica que impida a las mujeres desempeñar estos roles y ninguna de estas prohibiciones se relaciona con la igualdad declarada en el Corán.

La “idealización de la desigualdad” no se hace cargo de su propio sexismo ni proporciona respuestas reales a los problemas que afectan a las mujeres musulmanas de hoy en la vida cotidiana como la violencia institucional, el racismo y los estereotipos. Por otra parte, es misógina porque vilifica a las mujeres que se salen de los moldes narrativos sobre una mujer obediente y pasiva que sostiene esta corriente.

La demonización del Islam: no se puede ser musulmana y feminista

La “demonización”, por su parte, sostiene no es posible hablar de liberación de la mujer en el marco religioso, por lo que todo tipo de activismo feminista o iniciativa que viene o tiene antecedentes en la religión es una contradicción: no habría un feminismo musulmán y la posibilidad de desarrollar una hermenéutica feminista no puede tomarse en serio.

Una característica de la demonización es el uso de axiomas dicotómicos que establecen un sesgo negativo a la diferencia entre Este y Oeste, enfrentando la racionalidad de “Nosotros” a la irracionalidad de “Ellos” y “Nuestro” desarrollo a “Su” subdesarrollo, lo que reafirma la identidad occidental como superior.

Este es parte su inconveniente: es juez y testigo en lo que respecta a la descripción de la opresión de las mujeres “Otras”. Las coloca en la alteridad y define cuáles son las causas de la discriminación que sufren en sus sociedades. Luego, las caracteriza como carentes de agencia y capacidad para comprender y cambiar su situación. Finalmente, declara sin lugar a dudas su poder mesiánico para “salvar” a esas mujeres.

Este relato no se hace cargo del rol de la colonización europea en las complejidades socio-politicas de las sociedades medio-orientales. Tampoco parece consciente de que la exclusión socio-política por razones de género – en el que la religión puede o no puede ser un factor – puede ser explicada por una multiplicidad de elementos que interactúan. No proporciona razones indiscutibles acerca de por qué las nociones de la Ilustración europea acerca de la libertad deben seguir siendo universales.

La “demonización” es caldo de cultivo para la Islamofobia, el racismo y la misoginia en tanto no reconoce la agencia o capacidades de las mujeres que no se identifican con una perspectiva universalista-colonial eurocéntrica, y relegarlas a la abyección. Al mismo tiempo, alimenta a su contraparte, “La idealización” al confirmar la imposibilidad de las mujeres musulmanas de ser feministas.

Islamofobia y misoginia: enemigas de la justicia epistémica

En las narrativas construidas sobre las mujeres musulmanas, tanto de idealización y demonización no hay justicia epistémica, es decir, los estereotipos que ambas legitiman impiden a las mujeres musulmanas ser escuchadas como iguales. Ambos discursos tienen un sesgo que reproduce violencia simbólica. En los dos, las mujeres musulmanas se ven privadas del derecho a hablar por sí mismas y definir sus lugares declarativos como individuas libres, en igualdad de condiciones con el resto de la gente.

La Islamofobia, aunque es fácil de identificar en la perspectiva de la “demonización”, también se presenta en la “idealización”. Los defensores de la idealización, que en su mayoría resultan ser musulmanes patriarcales, expresan su islamofobia rechazando la manera en que algunas mujeres musulmanas viven y comprenden su fe. Según la estudiosa Shehnaz Haqqani:

Las prácticas espirituales y la comprensión propia de las mujeres musulmanas, de acuerdo a su propia agencia e individualidad, son a menudo objeto de burla, discriminación y aislamiento para ellas y vistas como una forma menor o desviada de Islam en relación a la hegemonía, la que por desgracia es profundamente patriarcal.

Este es especialmente el caso de las feministas islámicas, cuyos puntos de vista, experiencias y conocimientos son despreciados por la comunidad y los líderes musulmanes. Sostengo que esta es una expresión de Islamofobia debido al miedo y al odio contra las mujeres y contra una forma más igualitaria de Islam.

Ni la “idealización” ni la “demonización” son perspectivas que consideran a las mujeres musulmanas como capaces de desarrollar un discurso propio. En ambos relatos, la representación de las mujeres musulmanas se utiliza para fortalecer el privilegio de informar sobre ellas, ya sea desde las élites religiosas o el colonialismo político-cultural.

El problema con estos puntos de vista se encuentra en su episteme, la cual entiendo como un lugar situado desde el cual hablar y las creencias e ideas que legitiman dicho lugar como válido. Ambas epistemes hegemónicas hablan como fuente de autoridad sobre el conocimiento del mundo, incluyendo a las mujeres como una realidad que forma parte de esos mundos y desde esta plataforma han colonizado espacios, corporalidades, discursos y representaciones basadas en la idea de las mujeres musulmanas como inferiores y sin voz.

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