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Las niñas podrán practicar deporte en las escuelas de Arabia Saudí

Aunque seamos un medio digital, es posible que leyendo noticias como esta creas que estamos en el siglo XIX por lo menos, pero no. Esto pasa hoy, en pleno siglo XXI: Arabia Saudí acaba de anunciar que permitirá que las estudiantes -las niñas- de sus escuelas públicas tengan acceso a educación física, una decisión que toma después de que mujeres de todo el reino lleven años reclamando mayores derechos y un acceso libre al mundo deportivo.

El Ministerio de Educación local ha especificado que empezará las clases de educación física “gradualmente” a partir de mediados de septiembre, que es cuando se retoma el curso escolar, y “conforme con las leyes islámicas de la shariah”. Al menos un activista saudí preguntó vía Twitter si esto suponía que las muchachas tendrán que contar con el permiso a sus guardianes masculinos, como sus padres, para poder practicar deportes, recoge la agencia AP. Tampoco está claro si las clases serán extracurriculares u obligatorias.

La decisión es significativa porque en este país todavía se ve como un tabú que las mujeres hagan ejercicio. Algunos de los líderes ultraconservadores del reino califican este paso como “impúdico” y dicen que ofusca la diferencia entre los géneros. Reuters sostiene que esta rama dura considera, además, que niñas y deporte son una mezcla que lleva a la “occidentalización“, algo no deseable para su país.

Arabia Saudí formalmente aprobó el deporte para las estudiantes de escuelas privadas hace apenas cuatro años y antes sólo se podía practicar en clubes privados, ni siquiera en gimnasios, cerrados a las mujeres. La primera vez que las saudíes participaron en el equipo olímpico de su país fue durante los Juegos Olímpicos de Londres (Reino Unido) en 2012. En los Juegos más recientes, los de Río de Janeiro (Brasil), fueron cuatro las mujeres que formaron parte del equipo nacional, todo un hito.

Sólo el 13% –> del país se ejerce al menos una vez a la semana, pero el gobierno quiere elevar este número al 40% para 2030, e incluir a las niñas es un componente importante para una Arabia Saudita más saludable, informa Global Citizen.

CIUDADANAS DE SEGUNDA

Las restricciones a las que se ven sometidas las saudíes son imponentes, pese a los pequeños grandes pasos logrados en los últimos tiempos. Por ejemplo, en diciembre de 2015 se permitió por vez primera a las mujeres del país votar y ser votadas en unas elecciones y poco antes se dio el visto bueno a que las mujeres se hospeden en hoteles sin una carta de un guardián masculino, forzoso en las últimas décadas.

Pero el concepto de tutela de los hombres sobre las mujeres aplicado en el país limita gravemente los derechos de éstas en la vida pública y privada. Las féminas no pueden viajar, conducir, abrir una cuenta en el banco, tener trabajos remunerados, recibir educación superior ni casarse sin el permiso de un tutor varón. Además, las saudíes casadas con extranjeros no pueden transmitir su nacionalidad a sus hijos, mientras que los hombres en circunstancias similares sí pueden hacerlo, sin problemas.

No pueden tampoco mostrar su belleza con la ropa o el maquillaje y han de ceñirse a la abaya o túnica negra. Tampoco pueden darse un baño, más allá de las playas exclusivas, cerradas para las mujeres. En los hoteles de lujo, las piscinas y gimnasios son únicamente para los varones. No pueden probarse ropa en las tiendas, tienen prohibida la entrada a los cementerios, sus revistas cuentan con una censura previa mayor que la del resto del mercado y en el país no entran elementos de ocio o disfrute que se consideren provocadores.

Los argumentos que se usan para esos vetos son tan peregrinos como, por ejemplo, éstos referidos a la conducción: “Lo que se busca es cuidar a las mujeres porque, si condujeran, tendrían que destapar sus caras y dejarían sus casas por más tiempo, por lo que correrían peligro”, dice uno de los clérigos que defienden la medida, adoptada formalmente en 1990 pero en vigor desde que manda la absolutista familia real.

Mujeres y hombres, además, ni se rozan. En muchos restaurantes hay filas diferenciadas, porque está prohibido que los sexos se mezclen, y más entre solteros. Los centros comerciales sólo permiten entrar a familias y no a personas solteras.

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