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Religión en la universidad

Parafraseando a Ernestine L. Rose, una de las grandes propulsoras de los movimientos defensores de los derechos de la mujer en la Norteamérica del siglo XIX, es un hecho interesante y demostrable que todos los niños son ateos, y que, si no se les inculcaran las ideas religiosas, siempre lo seguirían siendo. Efectivamente, es innegable que las creencias religiosas no provienen de ningún aprendizaje natural y racional, sino de un temprano, constante y firme adoctrinamiento. De ahí que las religiones otorguen tanta importancia a estar presentes en la Educación, especialmente en las primeras etapas. Porque los primeros años de vida son los más importantes en la educación humana; lo que se cuenta a los niños en esas edades, en las que se carece de herramientas de defensa intelectual, formará parte de sus esquemas mentales y de su subconsciente, la mayor de las veces el resto de su vida.

Durante casi los más de veinte siglos de su existencia el cristianismo ha ostentado y ha hecho suyo el monopolio de la enseñanza, de la cultura y de la educación. En realidad, ha hecho suyo el monopolio de todo, pero es otro cantar. Es decir, la Educación ha sido escasísima y, hasta bien mediado el siglo XX, únicamente privilegio de los estamentos y clases sociales privilegiados. Elcristianismo ha quemado libros, la Biblioteca de Alejandría entera fue saqueada y quemada por los cristianos en siglo IV; ha vetado a la ciencia, ha perseguido y aniquilado a sabios y científicos, ha retrasado de manera infame el progreso, ha alentado la incultura de los pueblos, ha formateado el conocimiento, siempre cribado por sus vetos y creencias, y según sus dogmas e intereses. De tal manera que, como decía Helge Krog, “la iglesia acepta el progreso sólo donde ya no puede impedirlo”.

Y sigue queriendo ostentar el mismo potente influjo en la Educación española del siglo XXI que ostentaba en el siglo XVI. Decide en buena parte los contenidos curriculares, adoctrina a los niños y adolescentes en las clases perennes de religión en la enseñanza, lo cual es una vergüenza nacional, porque en los países realmente democráticos la religión está fuera de la Educación pública, cuya obligación es ser ideológicamente aséptica. Buena parte de las empresas editoriales de libros de texto son de su propiedad. Consigue que el Estado financie sus negocios educativos privados en lo que llaman “conciertos”; forma parte activa, en definitiva, de los ámbitos educativos, que deberían ser ámbitos dedicados a la formación y al conocimiento, no a expandir dogmas, ideas irracionales ni verdades reveladas.

Pero no sólo extiende la Iglesia su manto sobre la enseñanza primaria y secundaria. También sobre la enseñanza universitaria, ésa que, se supone, es el templo del conocimiento y de la búsqueda de la verdad desde el rigor científico, la razón y la honestidad intelectual. Se supone, claro. Porque la realidad es que todos los campus y facultades universitarios españoles tienen una capilla, a modo de emblema de la sumisión de la verdad científica ante la verdad revelada, es decir, ante la superstición y la mentira. Lo cual es un anacronismo inaudito en una sociedad supuestamente democrática y en un país con una Constitución supuestamente laica. Todo supuestamente. Haciendo buena la sentencia que afirma que peor que las mentiras son las medias verdades.

Pues bien, la Universidad de Cádiz y el Obispado de la Diócesis de Asidonia-Jerez han firmado un acuerdo para la creación de un “Aula de Fe y Caridad”, que presupone la imposición de la ideología católica en el espacio universitario gaditano. Es tan truculento y surrealista el asunto que no se sabe si reír o llorar. Pero lo que más es el asunto es vergonzoso. José Ignacio García, coordinador provincial de Podemos en la provincia, ha lamentado este convenio de tinte medieval y apolillado: “Creemos que las facultades deben ser un espacio laico, libre, sin imposiciones de ninguna religión, donde se favorezca la diversidad y el espíritu crítico” (El lugar donde difundir creencias son los templos y lugares destinados al culto, nunca los espacios públicos).

Es evidente que en cuestiones de laicidad en este país avanzamos al revés, dirección la Edad Media. La libertad de pensamiento, que es la columna vertebral del resto de libertades, en este país está ignorada, ocultada, mancillada. Vivimos en medio de una especie de teocracia aliada al capitalismo y a la doctrina neoliberal que nos lleva a esperpentos de este tipo. Aunque el conflicto fe/religión es tan antiguo como las más antiguas religiones, porque el pensamiento mágico-religioso siempre ha sido el gran enemigo de  la luz del conocimiento. Las religiones se basan en mitos que se derrumban ante un mínimo atisbo de ciencia o de razón. El conocimiento enseña a dudar y analizar, las religiones enseñan a someterse y a obedecer. De ahí el eslogan que suelen aducir los defensores de la enseñanza racional y laica, y de los que se oponen al adoctrinamiento en la escuela: “Si vienes a rezar a mi escuela, iremos a pensar a tu iglesia”.

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