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La religión contra la ética

Mientras en la pública se ofertan ambas asignaturas, en la concertada no siempre ocurre así

Hace unos meses, en un debate sobre corrupción, escuché un argumento, en boca de José Luis Corral, que me pareció sorprendente, original y, en parte, acertado. Decía que en los países de tradición católica, donde los pecados cometidos son perdonados a través de la leve ceremonia de la confesión, la corrupción era más tolerada que en países de tradición protestante, pues cualquier falta es susceptible de ser lavada con extrema sencillez. Ese análisis establece una vinculación estrecha, por tanto, entre orientación cultural-religiosa y corrupción. No creo que se pueda aceptar el argumento de manera total, pero sí que añade un elemento más a la explicación de la increíble tolerancia que en nuestro país tiene el fenómeno de la corrupción.

En cualquier caso, lo que muestra nuestra sociedad es una preocupante carencia de valores éticos que sustenten la convivencia democrática. Sin unos mínimos éticos, no hay sociedad democrática capaz de subsistir. La profunda crisis de nuestra democracia, en la que un partido campeón de la corrupción es aupado de nuevo al poder por partidos que dicen combatirla, tiene que ver, sin duda, con la ausencia de valores éticos democráticos arraigados. Por ello no es de extrañar que el Partido Popular, tan alejado, los hechos lo demuestran, de la ética, haya perpetrado una ley de educación en la que el alumnado puede elegir entre Valores éticos y Religión, en un intento, evidente, de evitar el contacto con la ética y los valores de buena parte de los futuros ciudadanos.

Con ser esto grave, la situación empeora por la práctica habitual de los centros religiosos, la mayor parte de ellos concertados, sostenidos con dinero de todos los contribuyentes, de obligar a su alumnado a elegir Religión y no Valores éticos. La ley les obliga a ofertar ambas asignaturas, pero, por la vía de los hechos, muchos obligan a su alumnado a elegir Religión, como lo muestra el hecho de que en algunos no hay ni un solo alumno de Valores éticos en todos los cursos en que se oferta esta asignatura. Es decir que quienes se llenan la boca reclamando libertad para que las familias puedan elegir a qué centro llevar a sus hijos (una libertad, por cierto, absolutamente garantizada. Otra cosa es que haya quienes quieran que les paguemos la enseñanza de sus hijos en centros privados), esos mismos impiden el ejercicio de la libertad de sus usuarios privándoles de la posibilidad de elegir lo que la ley les faculta para elegir. De ese modo, mientras en la pública se ofertan ambas asignaturas, en la concertada, en muchos casos, no sucede así. ¿Nada tiene que decir inspección educativa al respecto?

Nuestro ínclito presidente, el Sr. Lambán, que sigue repitiendo el mantra de que Rajoy es presidente por culpa de otros, cuando él ha sido capaz de defenestrar a su secretario general a mayor gloria de Mariano Rajoy, decía hace unos días que en Aragón se hacen políticas de izquierda. Cierto que hay algunos gestos que apuntan en esa dirección. Pero tendremos que precisar que, como de manera habitual ocurre en el PSOE aragonés, siempre que no se perjudique a los poderes fácticos de la comunidad. La concertada fue, hace pocas fechas, un ejemplo muy claro en el que PSOE, PP, PAR y Ciudadanos se aliaron para una cerrada defensa de la misma y de sus privilegios. Una política de izquierdas, señor Lambán, debiera encaminarse a la reducción de conciertos y a la expansión de la enseñanza pública, asegurando así, como los hechos demuestran, una enseñanza de mayor calidad y libertad para sus usuarios. Mientras el Gobierno de Aragón sigue desviando dinero hacia la concertada, en la Facultad de Filosofía seguiremos esperando pacientemente, hasta 2018, que el techo se desplome sobre nuestras cabezas. A ver si para entonces no se han gastado toda la pasta con sus poderes fácticos.

*Profesor de Filosofía. Universidad de Zaragoza

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