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Estado laico boliviano: Aparente y “sui géneris”

Las “leyes secas” dictadas por algunas autoridades oficialistas y opositoras durante la celebración de la Semana Santa, desde el año 2009, constituyen una flagrante violación a la Constitución Política del Estado Plurinacional. Con esta afirmación no es mi intención ofender el sentimiento ni a las creencias religiosas que libre y voluntariamente profesa un pueblo mayoritariamente católico en Bolivia.
 A juzgar por el contenido de intensos debates en las redes sociales, la ciudadanía y varios gobernadores y alcaldes del país no terminan de comprender el alcance  de una disposición constitucional que establece la “independencia del Estado de la religión”. Hacerlo no implica ignorar la religiosidad de la sociedad, como tampoco privar de facilidades y condiciones de seguridad a las peregrinaciones o prácticas religiosas/culturales de carácter masivo y tradicional.
De asumir el laicismo muchos problemas encontrarían una solución creativa. No habría quejas de las asociaciones de restaurantes bares y cantinas en municipios o departamentos. La promoción del turismo interno, sea o no religioso, sería constitucionalmente más congruente y menos improvisado, inseguro e ineficaz. No ocurrirían situaciones, como la del municipio de Samaipata, donde el Alcalde, además de aprovechar el feriado para cobrar 10 bolivianos a todo vehículo visitante, debió suspender por normativa presupuestaria el pago de la energía de la iglesia, que celebró a oscuras, enojando a feligreses y visitantes.
Ejemplos de Estados laicos sobran, siendo emblemático el caso de Uruguay. Hace 100 años,  asumió  con convicción liberal su condición de país  “neutral  respecto a la adscripción religiosa de su población” y adoptó medidas  que  muchos -en Bolivia- reprocharían, de hecho ya lo hicieron.
Es el caso de la ausencia de biblias y/o crucifijos a tiempo de juramentar a autoridades de Estado, de la no designación  de capellanes en las Fuerzas Armadas, etcétera. Sin embargo, lo peculiar radica en el tratamiento al calendario anual de feriados y festividades despojado de la referencia a vírgenes y a santos.
Con la laicización oficial se convirtió en Día de la Familia al 25 de diciembre y en Semana de Turismo a la Semana Santa, en la que se desarrollan eventos sociales y deportivos que conmemoran la cultura tradicional rural y la celebración de la Semana de la Cerveza en la ciudad de Paysandú. En este marco, nadie se priva de una copa de vino o cerveza, apetecidas mientras se hace turismo interno o se comparte familiar o socialmente, como tampoco, católicos y cristianos, sean o no autoridades,  estarían inhibidos de cumplir con los ritos que la fe cristiana establece.
Usualmente, por prejuicio o ignorancia se confunde a un Estado laico con un Estado ateo que  no admite ninguna religión y hasta combate a sus representantes. Suelen confundirlo con los “aconfesionales”, donde el Estado puede establecer algún tipo de convenios con una o más iglesias.
Al extremo de los Estado ateos están los teocráticos, aquellos donde el Jefe de Estado es líder político y religioso, a la vez, muy medieval pero vigente en algunos Estados islámicos, donde una religión es predominante o única, llegando a  prohibir y condenar a otras creencias. Ni en el ateo ni en el teocrático existe plena libertad religiosa.
Curiosamente, el Estado laico en Bolivia es tan sui géneris que tiene un poco de todos los mencionados.
Erika Brockmann Quiroga es politóloga y fue parlamentaria.
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