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Las denuncias por abusos en los Maristas de Sants suben a 10 y afectan a más profesores

Las denuncias por abusos sexuales en el colegio de los Maristas de Sants superarán hoy la decena, entre ellas la de una chica que acusa a un profesor distinto al abusador confeso Joaquim Benítez, según ha anunciado hoy el padre de una de las víctimas, que está centralizando la recopilación de casos.

Cuando los tres mossos d’esquadra de paisano llegaron este sábado por la mañana al pequeño municipio de Terrades, en Girona, Joaquín Benítezya les esperaba en la puerta de casa. Llevaba una bolsa con un par de mudas limpias ante la certeza de que ingresaría en prisión. El viernes había confesado a la periodista de El Periódico María Jesús Ibáñez que durante sus años de profesor de gimnasia en el colegio de los Maristas de Sants-Les Corts abusó sexualmente de varios alumnos. Y eso mismo declaró al mediodía al titular del juzgado número seis de Barcelona, Miguel Ángel Tabarés. Admitió que realizó tocamientos y en ocasiones masturbó o pidió que le masturbaran a los alumnos a los que llevaba al despacho, en el que disponía de una camilla, que había habilitado en el gimnasio.

A las 10 de la noche, el juez decretó la libertad con cargos para el hombre, de 57 años. El magistrado entiende que no tiene ningún ánimo de huir de su responsabilidad con la justicia, que admite todos los hechos de los que se le acusa y que, pese a advertir que en los próximos días llegarán más denuncias, no consta que desde que fue expulsado del colegio en el 2011 haya vuelto a abusar de ningún menor.

A Benítez le costó un rato entender lo que le estaba contando su abogado de oficio. Podía regresar a casa, con su hermano Alberto, pero antes debía cumplir un trámite oficial. Benítez abandonó la Ciutat de la Justícia en un coche no logotipado de la unidad de investigación de Les Corts y fue trasladado hasta la policía científica de esa misma comisaría. Por espacio de una hora, se le tomaron las huellas dactilares, se elaboró una reseña y a las 22.30 abandonó las dependencias policiales parapetado bajo un gorro de lana con borla y con el rostro cubierto con una gran bufanda. El hombre salió de la comisaría por una puerta no habitual para, con la ayuda que le prestaron varios mossos, esquivar a las periodistas de este diario que le esperaban.

Ninguna de las personas que durante los últimos días se han atrevido a denunciar los abusos sufridos por parte de Benítez entendieron su puesta en libertad. Manuel, el padre del alumno que dio el primer paso, se convirtió nuevamente en portavoz de todos ellos y dijo que le parecía “incomprensible la decisión del magistrado”. El hombre no sabía cómo ­volver a su casa, e intentaba encontrar las palabras para explicar a su hijo que, pese a todo, había ­valido la pena atreverse a denunciar. “Vamos a seguir luchando”, advirtió.

El juez quiso que el departamento de prensa del Tribunal Superior de Justícia de Catalunya difundiera a los medios de comunicación el auto de puesta en libertad de Benítez porque sabía que, ante la alarma social suscitada, habría quien no entendería su decisión. El magistrado reproduce los abusos y agresiones sexuales descritas por las cuatro primeras víctimas que han declarado en sede policial. El hijo de Manuel contó cómo en dos ocasiones el profesor, desnudo completamente, le realizó felaciones y masturbaciones, pidiéndole después que el alumno le hiciera lo mismo. Un segundo exalumno describe tocamientos en ese mismo despacho y la advertencia del profesor de que “no se lo contara a nadie, porque nadie lo entendería”. Un tercer exalumno contó como a finales del 2007 Benítez le desnudó, le realizó una felación y al marcharse “le dio diez euros y le dijo que no contara nada”. El cuarto denunciante describió varios episodios de tocamientos que logró frenar.

Durante su declaración, Benítez no negó ninguna de las acusaciones, pese a admitir que algunas no las recordaba. Mantuvo por tanto su actitud de querer colaborar con la investigación reconociendo esos hechos y admitiendo que probablemente será también autor de los abusos que se puedan denunciar en los próximos días.

El fiscal pidió prisión provisional sin fianza para el detenido. Pero el juez decidió poner en libertad a Benítez atendiendo a varias circunstancias. Primero, que los últimos abusos y agresiones denunciados se cometieron hace cinco años, y que desde entonces no consta que el hombre haya reincidido. Que no tiene antecedentes policiales ni judiciales. Y que pese a que ya fue denunciado en junio del 2011 y lo reconoció, no intentó huir ni cambiar de domicilio, que siempre facilitó para ser localizado. Ni siquiera estos últimos días, cuando supo por los medios de comunicación, asegura el juez, que un exalumno le había denunciado y se había abierto una investigación. El juez también ha tenido en cuenta que Benítez se hace cargo de su hermano gemelo, Alberto, que sufre una minusvalía.

Precisamente su hermano Alberto se enteró de las graves acusaciones que se vertían contra su hermano el jueves por la noche cuando los dos estaban en casa viendo el programa 8 al día y la entrevista que el periodista Josep Cuní realizaba al padre de una ­víctima.

“Cuando aquel hombre acabó de hablar, mi hermano me miró y me lo contó todo. Me quedé sin palabras. Lo siento mucho por él, porque una mancha así es difícil de borrar”, contó ayer Alberto en los informativos de 8tv.

Hace cinco años que los dos hombres comparten casa en este pequeño pueblo de Girona. Cuando fue expulsado de los Maristas, en junio del 2011, Joaquín se alejó de Barcelona y se fue a vivir con su gemelo. “En todo este tiempo nunca noté nada raro”, explicó el hombre sin dar crédito.

La investigación sigue adelante. En los próximos días, nuevas víctimas acudirán a los Mossos a prestar declaración relatando episodios sufridos con el profesor de gimnasia de los Maristas. El juez empezará en los próximos días a tomar declaración a esas personas. Y dictó medidas cautelares para el imputado. Se le retiró el pasaporte y se le ha obligado a personarse semanalmente en una comisaría de policía. Y se le prohibe trabajar con niños.

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