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Dinero público, regalo divino

Años atrás, cuando todavía se vislumbraban camisas azules por la geografía española, se era católico por obligación. La fe era la mayor de las creencias. Y la iglesia la edificación más importante que una ciudad podía poseer. El tiempo ha pasado. “Gracias a Dios”. Ahora, cada cual elige su propio credo. Vivimos en una sociedad abierta y en un estado aconfesional. Uno de esos que no se adhiere y no reconoce como oficial ninguna religión en concreto. ¿O no? Quizá la realidad diste bastante de la teoría. ¿Se mueve España tal y como se define en sus principios? ¿Nos encontramos delante de un país aconfesional? Y, sobretodo ¿es un estado económicamente independiente de la Iglesia Católica?

El presidente y los ministros continúan jurando su cargo público con la mano encima de la Biblia, y no sobre la Constitución. Tratándose ésta de la norma suprema de un Estado de derecho, quizá deberían plantearse cambiar la opción seleccionada, y no dejar en manos de Dios la continuidad de esta sociedad, que de momento no está dando sus frutos. La ministra de empleo se encomienda a la Virgen del Rocío para salir de la crisis. Y el de Interior, le concede a una virgen la más alta medalla al merito policial. No. No es ninguna broma de mal gusto. Y aunque se parezca a aquella vez cuando en 1955 Franco nombró a la Virgen del Carmen capitana general de la armada, no hemos vuelto al pasado. Quizá la solución pase por cambiar ciertas actitudes. Por empezar a promover un saber hacer más necesario que divino. Y por dejar en casa las propias creencias, que en actos oficiales deberían quedar relegadas a un invisible último plano.

Cuando una X se convierte en beneficio

Aún y así existen datos. Números que reflejan la realidad de una manera, si más no, precisa.  Según la última encuesta del CIS, el 71,5% de los españoles se considera católico, aunque tan solo un 14% asista a oficios religiosos. Un dato muy alejado del 14,8% de gente no creyente y del 9,9% de personas directamente ateas. Son cifras altas. Según Francisco Delgado, presidente de Europa Laica, “la religiosidad católica de la ciudadanía española responde a factores muy complejos relacionados con elementos como la tradición o la cultura.  Además, si lo extrapolamos por franjas de edad y territorios las diferencias son muy grandes”. Para Fernando Giménez Barriocanal, vicesecretario para asuntos económicos de la Conferencia Episcopal de España (CEE) lo importante es que “9 millones de personas cada año, de manera explícita, hacen un gesto de adhesión a la Iglesia; algo que no ocurre con ninguna otra realidad social”.  Este gesto de adhesión descansa, hablando en plata, en marcar la casilla. La famosa X de la declaración de la renta. Según el informe de Europa Laica, datado de abril de 2014, sobre la financiación de la Iglesia Católica, el 35% de los declarantes la marcó. Un 19% lo hizo de manera exclusiva y otro 16% de manera compartida con fines sociales.  El 65% restante optó por no sucumbir.

De todos modos, y te encuentres en un grupo o en otro, te toca pagar. Si. Hayas marcado la X o no, contribuirás. Porque somos así de generosos, que le vamos a hacer. Y es que en España, a cada persona, católica o no, le corresponde una cuota, o si se entiende como un donativo o regalo desinteresado, una dádiva indirecta a la Iglesia Católica de unos 218€ al año.

Vayamos por partes. Estos 9 millones de personas, o en su equivalencia el 35% de la población que declara a favor de la Iglesia Católica, suponen la recaudación anual de unos 249 millones de euros. Esta cantidad se extrae del valor total del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF), no de ese 35% que ha decidido destinar el 0,7% de sus ingresos a la Iglesia. Se acuerdan de aquel eslogan en el que se decía; Elisa, cuidando enfermos es Iglesia Católica. Carmen, transmitiendo su fe es Iglesia Católica. Nacho, ayudando a quien lo necesita también es Iglesia Católica. Por tantos que ofrecen tanto, marca la X a favor de la Iglesia en tu declaración de la Renta. No pagarás más. Y no mentían. Ni un céntimo adicional de tu bolsillo. “Sale del conjunto del impuesto – señala Francisco Delgado- y supone una donación de 6 euros anuales por ciudadano. Si a esto le sumamos los más de 10.000 millones de euros que el estado traslada a la Iglesia Católica anualmente según nuestros estudios, la cuenta es clara. Entre 46 millones de españoles, casi 220 € por habitante y año”.

De manera inversa al descenso de la economía española desde que en 2008 empezara la gran crisis, la Iglesia Católica recibe del IRPF 75,3 millones de euros más que entonces. Para Giménez Barriocanal, el motivo está claro. “En tiempo de crisis, las personas son más conscientes de la labor que realiza la Iglesia”. La Iglesia no ha notado esto de la crisis económica. La crisis de fe, quizá. Pero eso ya es otro tema.

Aportaciones directas del Estado

10.219,2 millones de euros. Esa es, ni más ni menos, la cantidad que en el último año, y según el informe de Europa Laica, la Iglesia Católica ha recibido en concepto de aportaciones directas e indirectas del Estado. Dinero público. Una aportación que supone más del 1% del PIB actual.

La Iglesia afirma que para su sostenimiento solo recibe lo que resulta de la asignación voluntaria de los contribuyentes y nada de los Presupuestos Generales del Estado. Pero si desglosamos la cantidad final, la realidad vuelve a distar, bastante, de la teoría.

Asignación vía IRPF 2012 (financiación culto y clero) 249,2 millones €
Asignación IRPF 2012 (fines sociales, ONG, fundaciones Iglesia) 100 millones €
Exenciones y bonificaciones tributarias-IBI (dejando de ingresar 700€ estimados) 1.700 millones €
Enseñanza- Personas que imparten religión (610m€)- Financiación centros ideario católico (4000 m€) 4.610 millones €
Obra social y asistencial 1.800 millones €
57 complejos hospitalarios 800 millones €
Funcionarios capellanes (ejercito, cuarteles, hospitales, cementerios) 50 millones €
Mantenimiento patrimonio en poder de la Iglesia Católica 600 millones €
Subvenciones y gastos eventos religiosos 300 millones €
Coparticipación del Gobierno en entidades católicas como Obra Pía 10 millones  €
  10.219,2 millones €

Más de 10 mil millones de euros. En un estado aconfesional, en el que ninguna confesión tendrá carácter estatal, el Estado ingresa más de 10 mil millones de euros a la Iglesia Católica. En un Estado con neutralidad respecto a las religiones, la católica recibe más del 1% del PIB español. En un Estado como el español, la religión emerge como una de las riquezas más fuertes de este. “Esta cifra puede llegar a molestar. Pero hay tantos problemas en la sociedad española que la Iglesia Católica juega extraordinariamente bien con el mega negocio de la caridad y la beneficencia” sentencia Francisco Delgado.

Para la Conferencia Episcopal, la Iglesia, con su inmensa labor educativa y asistencial, ahorra al Estado en su conjunto, decenas de miles de millones de euros. “Esas cifras– afirma Fernando Giménez Barriocanal- son absolutamente incorrectas”. Incorrectas, que no falsas. “La iglesia no recibe eso. Por ejemplo, se dice que la Iglesia recibe el dinero de los conciertos educativos y eso es incorrecto. Ese dinero sirve para que 1.400.000 niños puedas ejercer su derecho a la educación”.

Aunque en el artículo 16.3 de la Constitución, nacida en 1978, se establece que a pesar de tener en cuenta las creencias de los españoles y colaborar con la Iglesia Católica y las otras confesiones implantadas en España, se considera a este un estado aconfesional, la base de la financiación de la Iglesia Católica no se rige por aquí. Son los Acuerdos de la Santa Sede, datados de 1979 los encargados de hacerlo. “El poder legislativo lleva 35 años manteniendo unos acuerdos que vulneran diversos principios de la Constitución. El lobby de seglares católicos es muy importante en los partidos de centro derecha y algunos de la izquierda parlamentaria. Son ellos los que presionan internamente para que la Iglesia Católica siga manteniendo privilegios simbólicos, tributarios, económicos, jurídicos y en materia de Enseñanza y Servicios Sociales” argumenta Francisco Delgado.

Estos acuerdos se negociaron antes de entrar en vigor la Constitución y en ellos se blinda  de manera taxativa la colaboración con la Iglesia para conseguir su adecuado sostenimiento económico, los impuestos a los que esta no va a estar sujeta y las exenciones fiscales a las que tiene derecho. En otras palabras. Si la Iglesia grita, el Estado acude. 35 años más tarde, los acuerdos continúan siendo los mismos. Ni una coma. Ni un punto distinto a lo que se escribió y pactó entonces. Total, tampoco ha pasado tanto tiempo. ¿Qué son 35 años en la historia de un país? Para Giménez Barriocanal, no importa la época ni el tiempo, simplemente las necesidades de los ciudadanos. “El hecho de que no haya ninguna religión oficial no significa que el Estado no deba atender a las creencias de los ciudadanos. No vivimos en un estado laicista o ateo, sino en un Estado sin confesión oficial, que respeta el derecho a la libertad religiosa. Son millones de ciudadanos, que se manifiestan católicos y que quieren vivir su fe. El Estado, como garante del bienestar social, debe atender las demandas de los ciudadanos”.  

IBI. Exención directa

Impuesto sobre Bienes Inmuebles. Claro y conciso. Este impuesto lo tienen que pagar los propietarios, usufructuarios, concesionarios o titulares de un derecho de superficie de cualquier bien inmueble. Casas. Pisos. Plazas de aparcamiento. Despachos. Cualquiera. Sin distinción. La Iglesia, pero, regida por los Acuerdos de la Santa Sede y por la Ley de Fundaciones y Mecenazgo queda exenta de hacerlo. “Son leyes estatales que influyen en una falta de ingresos muy importante para las corporaciones locales” apunta el máximo responsable de Europa Laica, Francisco Delgado.

La Iglesia,- reconoce Fernando Giménez Barriocanal- en materia de IBI tiene exactamente el mismo régimen fiscal práctico que cualquier fundación de nuestro país. No hay un régimen fiscal distinto”. Es cierto que no son los únicos, pero eso no les exime de entrar dentro del grupo. Embajadas, partidos políticos, SGAE, UGT y la Federación Española de Futbol también se les perdona el impuesto. Entendámoslo. Por si tuvieran problemas para poder pagarlo.

El ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas ha querido aportar luz a este tema. Bernardo Díaz López, asesor de comunicación de dicho ministerio, asegura que la Iglesia Católica “está parcialmente exenta del pago del IBI, en función de la actividad a la que se dedican los inmuebles de su propiedad. Está incluida en el régimen fiscal de fundaciones y otras entidades sin fines lucrativos. Pueden acogerse a este régimen las fundaciones, entidades declaradas de utilidad pública y las otras entidades sin fines de lucro que establece la ley 49/2002”. Si. La ley vuelve a amparar este hecho. Ahora, es la legislación general de entidades no lucrativas la que lo hace. Y por si había duda, en diciembre del pasado 2013 el Tribunal Constitucional sentenció que la Iglesia Católica tenía exención total del pago del IBI. Del impuesto de Transmisiones Patrimoniales, del Impuesto sobre sucesiones y del Impuesto sobre el incremento del valor de los terrenos cuando surge por bienes exentos de IBI. Recordemos que según Europa Laica, esto se traduce en dejar de pagar anualmente unos 700 millones de euros.

Seamos prácticos

La Iglesia no quiere tener privilegios. Pero tampoco ser discriminada. Según todos los que la conforman, se está desgastando la imagen pública de una de las instituciones que más está haciendo por la sociedad en este tiempo de crisis. Pero seamos prácticos.

Si seguimos al dedillo la Constitución. Usamos sus artículos como biblias para la convivencia diaria. Y no podemos cambiar ni una sola coma de ninguno de ellos porque resulta inconstitucional. Seamos justos. Y sigamos el estado aconfesional que en ella se describe. “España no confesional como principio constitucional es, en la práctica, confesional católica” sentencia Francisco Delgado.

La Iglesia Católica es una sociedad de creyentes. Grande. Con muchos fieles. Y, por ello, no debemos restarle importancia. Pero debe ser tratada como tal y no como algo Universal exento de impuestos y destinatario de un regalo anual de más de diez mil millones de euros.

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