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Internet aumenta el número de “no creyentes” en EEUU

El aumento en el uso de internet está correlacionado con un menor número de afiliados a alguna creencia religiosa

En 1990, alrededor del 8% de la población de EEUU no tenía ninguna preferencia religiosa. En el año 2010, este porcentaje se había más que duplicado hasta el 18%. Estamos hablando de una diferencia de cerca de 25 millones de personas que de algún modo han perdido su religión.

Esto plantea una pregunta obvia: ¿Por qué? ¿Por qué los estadounidenses están perdiendo la fe?

Hoy día nos llega una respuesta posible gracias al trabajo de un científico informático en el Colegio de Ingeniería Olin en Massachusetts (EEUU), Allen Downey, que ha hecho un detallado análisis de los datos. Afirma que la bajada es el resultado de varios factores, pero el más polémico de ellos es el auge de internet. Llega a la conclusión de que el aumento en el uso de internet en las dos últimas décadas ha provocado un descenso significativo de la afiliación religiosa.

Los datos de Downey provienen de la Encuesta Social General, una encuesta sociológica muy respetada llevada a cabo por la Universidad de Chicago (EEUU), y que mide con frecuencia las actitudes y las características demográficas de la población desde 1972.

Desde aquel entonces, la Encuesta Social General ha preguntado a la población cosas como "¿cuál es tu preferencia religiosa?", y "¿en qué religión creciste?". También recopila datos sobre la edad de cada encuestado, el nivel de educación, el grupo socioeconómico, etc. Y en la era de internet, pregunta cuánto tiempo pasa cada persona en línea. El conjunto total de datos que Downey utilizó consiste en las respuestas de casi 9.000 personas.

El enfoque de Downey consiste en determinar cómo se relaciona la caída de la afiliación religiosa con otros elementos de la encuesta tales como la educación religiosa, el estatus socioeconómico, la educación y así sucesivamente.

Ha descubierto que la mayor influencia en la afiliación religiosa es la educación religiosa, es decir, las personas criadas en una religión son más propensas a estar afiliadas a esa religión más tarde.

Sin embargo, el número de personas con una educación religiosa ha disminuido desde 1990. Hay una clara relación entre esto y el inevitable descenso en el número de personas que mantienen la religición más adelante en sus vidas. De hecho, el análisis de Downey muestra que este es un factor importante. Sin embargo, no explica la totalidad del descenso ni de lejos. De hecho, los datos sólo explican aproximadamente el 25% de la caída.

También muestra que la educación a nivel universitario se correlaciona con el descenso. Una vez más, no resulta difícil ver cómo el contacto con un grupo más amplio de personas en la universidad puede contribuir a la pérdida de la religión.

Desde la década de 1980, el porcentaje de personas que reciben educación de nivel universitario se ha incrementado del 17,4% al 27,2% en la década del año 2000. Así que no es de extrañar que esto se refleje en la bajada de las cifras de afiliación religiosa actuales. Pero aunque la correlación es estadísticamente significativa, sólo representa alrededor del 5% de la bajada, por lo que también debe estar involucrado algún otro factor.

Y es ahí donde entra en juego internet. También en la década de 1980 el uso de internet era prácticamente nulo, pero en 2010 el 53% de la población pasa dos horas a la semana en línea y el 25% navega más de 7 horas.

Este aumento coincide estrechamente la disminución de la afiliación religiosa. De hecho, Downey calcula que puede suponer aproximadamente el 25% de la caída.

Es un resultado fascinante. Implica que a partir de 1990, el aumento en el uso de internet ha tenido una influencia en la afiliación religiosa tan grande como la caída en la educación religiosa.

Llegados a este punto, habría que hablar sobre la naturaleza de estas conclusiones. Lo que Downey ha encontrado son correlaciones y cualquier estadista dirá que las correlaciones no implican causalidad. Si A se correlaciona con B, pueden darse varias explicaciones posibles. A puede que cause B, B podría causar A, o algún otro factor podría causar tanto A como B.

Pero eso no quiere decir que sea imposible sacar conclusiones a partir de las correlaciones, sólo que hay que vigilarlas con cuidado. "La correlación sí proporciona evidencia a favor de la causa, sobre todo cuando podemos eliminar explicaciones alternativas o hay razones para creer que son menos probables", afirma Downey.

Por ejemplo, no resulta difícil ver que la educación religiosa provoca una afiliación religiosa en el futuro. Sin embargo, es imposible que la correlación funcione al revés. La afiliación religiosa más adelante en la vida no puede causar una educación religiosa (aunque puede influenciar la opinión que tenga una persona sobre su educación).

Tampoco resulta difícil ver que pasar tiempo en internet puede llevar a una desafiliación religiosa. "Para las personas que vivan en comunidades homogéneas, internet ofrece oportunidades para encontrar información sobre personas de otras religiones (o ninguna), y para interactuar con ellas a nivel personal", señala Downey. "Por el contrario, es más difícil (pero no imposible) imaginar posibles razones por las que la desafiliación podría causar un aumento en el uso de internet".

Por supuesto también existe otra posibilidad: que un tercer factor no identificado provoque tanto un mayor uso de internet como la desafiliación religiosa. Pero Downey descarta esta posibilidad. "Hemos controlado las variables en la mayor parte de los candidatos obvios, entre ellas los ingresos, la educación, el estatus socioeconómico y el medio rural/urbano", afirma.

Si existe este tercer factor, debe tener características específicas. Tendría que ser algo nuevo cuya prevalencia haya aumentando durante los años 1990 y 2000, al igual que internet. "Es difícil imaginar cuál podría ser ese factor", asegura Downey.

Eso le deja pocas dudas sobre lo razonable que es su conclusión. "El uso de internet disminuye la posibilidad de la afiliación religiosa", señala.

Pero hay algo más. Downey ha encontrado tres factores: la caída de la educación religiosa, el aumento de la educación a nivel universitario y el aumento en el uso de internet, que en conjunto explican el 50% de la caída de la afiliación religiosa.

Pero, ¿qué pasa con el otro 50%? En los datos, el único factor que se correlaciona con esto es la fecha de nacimiento, puesto que las personas nacidas más tarde son menos propensas a tener una afiliación religiosa. Pero tal y como señala Downey, el año de nacimiento no puede ser un factor causal. "Así que cerca de la mitad del cambio observado permanece sin explicación", afirma.

Eso nos deja con un misterio. La caída de la educación religiosa y el aumento en el uso de internet parecen ser la causa de que las personas pierdan la fe. Pero hay algo más acerca de la vida moderna que no se refleja en estos datos y que está teniendo un impacto aún mayor.

¿Qué puede ser? Por favor deja tu respuesta en la sección de comentarios.

Ref: arxiv.org/abs/1403.5534 : Religious Affiliation, Education and Internet Use

Fuente:
https://www.technologyreview.es/blog/post.aspx?bid=359&bpid=30287

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