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El problema de la dinámica del catolicismo en España: cada año se pierden casi 100 mil católicos

Existe un proceso de pérdida de fieles a temprana edad que se inicia en el bautizo y va hasta la confirmación: si la Iglesia española no sitúa el acento en este fenómeno acabará convirtiéndose en residual

La población española en un alto porcentaje (aproximadamente un 70%) se declara católica, aunque a la hora de la verdad más de la mitad no son practicantes. Es decir, que no difieren en nada en sus ausencia de prácticas religiosas con otros grupos que aparecen en las encuestas.

De hecho, hay cuatro grupos que a la postre acaban constituyendo tres: los católicos practicantes, los católicos no practicantes, los agnósticos e indiferentes, y los ateos. Los católicos practicantes y los ateos tienen posiciones muy marcadas, pero los católicos no practicantes y los indiferentes no tienen diferencias significativas entre ellos y forman en sí el grupo más abundante.
 
Por lo tanto, podríamos hablar de católicos comprometidos con la Iglesia que tiene un techo que estaría sobre el 36% de la población, por encima del 33% y por debajo del 37%. ¿Por qué? por el número de declaraciones que se puede ver: 34,83%, según cifras del Ministerio de Economía y Competitividad sobre la asignación tributaria que los contribuyentes otorgaron a la Iglesia católica española en 2011. Este sería el grupo de cristianos practicantes o católicos culturales: que valoran la labor y los valores de la Iglesia.
 
La actividad litúrgica: datos e interpretaciones
 
La actividad litúrgica de ese mismo año, el 2011, revela unas cifras interesantes que muestran como de los bautizos a las primeras comuniones hay una primera pérdida –aunque pequeña- de católicos, 41.000, ya que se bautizan 292.143 personas y hacen la primera comunión 250.916. El gran crack sucede entre las primeras comuniones y las confirmaciones (109.275 personas se confirman) ya que se pierde 140.000 fieles. Hay que recordar que la Iglesia no ha hecho nada para resolverlo y revela un fallo evidente y profundo en la catequesis y cómo se comunica en esas edades.
 
Se trata de un episodio muy específico: qué vamos a hacer con los jóvenes que han entrado en la Iglesia para hacer la primera comunión y que no se les da continuidad a su fe perdiendo así una oportunidad para que entren en la madurez evangelizados. A pesar de que se diga a menudo que en la Iglesia hay una prioridad con los jóvenes las estadísticas muestran lo contrario. El sacerdote puede aducir que es un problema de la familia, su entorno, pero es que ese también es un reto para el propio sacerdote y por ende para la Iglesia: evangelizar a la familia cuando los jóvenes realizan la primera comunión.

Con motivo de los casamientos (hay 67.313, lo cual implica el doble de personas)  sucede dos cosas: una es que cada vez hay menos bodas por la Iglesia, lo cual es lógico porque ya vienen descristianizados y, por otro lado, el casamiento representa un número sensiblemente más alto, un 30%, que el de confirmados. Finalmente vienen las exequias -386.017- que vuelve a sumar constituyendo el momento en el que más personas se aferran a la ceremonia católica.

 
Esto nos dice una cosa claramente: que hay un proceso de pérdida que se inicia en el bautizo y va hasta la confirmación. Si la Iglesia española no sitúa el acento en esto continuará perdiendo.
 
Sobre los casamientos el aspecto negativo es que hay menos porcentualmente, además de en términos absolutos. Esto es consecuencia del proceso previo de descristanización de la sociedad, porque cuando se confrontan las cifras ya se ve que no hay una deserción de la gente que ha confirmado. Evidentemente no quiere decir que todos pasen en bloque, pero globalmente considerado sí que sirve para ver la tendencia existente.
 
Y la cifra que va de los bautizos (292.143) a las exequias (386.017) muestra la ruptura generacional. Este hecho es muy grave porque revela que cada año se pierden 94.000 católicos. El déficit estructural de la Iglesia católica es un problema intergeneracional, ya que cada año se pierden casi 100.000 católicos.
 
Además, en 15 años más los matrimonios se situarán a este ritmo en 50.000 ceremonias al año.
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