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Anulado por tres días, el Estado laico

La visita del papa Benedicto XVI a nuestro país, que se inicia este día, pone en entredicho el carácter laico del Estado.    
 No por la visita en sí, que es positiva en función de que se trata de uno de los principales líderes religiosos y morales del mundo, sino por la actitud de algunos de quienes forman parte de las instituciones del Estado.
 Desde que se confirmó la visita del Papa a México, el gobierno panista de Guanajuato se ha comportado de tal manera, que pareciera que la autoridad civil y la autoridad religiosa son una misma.
 Resulta muy ilustrativa la fotografía publicada el pasado martes por varios medios de comunicación, en la que aparecen el gobernador de Guanajuato, Juan Manuel Oliva; el nuncio apostólico, Christophe Pierre; el arzobispo de León, José Guadalupe Martín Rábago y el secretario de la Conferencia del Episcopado Mexicano, Víctor René Rodríguez.
 Los cuatro posan, al término de una conferencia de prensa conjunta, uno junto al otro, de pie, vestidos con trajes de corte prácticamente idéntico y con colores oscuros.
 Pero la mezcla entre autoridades civiles y religiosas en Guanajuato ha rebasado con mucho a esa imagen.
 El gobierno de Guanajuato suspendió clases en siete municipios debido a la visita del Papa, con lo cual mezcló indebidamente la educación con la religión.
 Invitó a los estudiantes de preparatoria a liberar su servicio social haciendo valla en los recorridos del Papa, con lo que convirtió un trámite institucional en un servicio religioso.
 El presidente del Congreso del estado, el diputado del PAN, Eduardo López Mares, puso a disposición de la Iglesia católica las casas de gestión de los diputados, las cuales operan con recursos públicos, “por si se ofrecen”.
 Otros representantes del Estado que se rindieron ante el Papa, incluso antes de que llegara, fueron los senadores, que el martes de la semana pasada aprobaron en comisiones las reformas al artículo 24 de la Constitución en materia de libertad religiosa.
 Los coordinadores parlamentarios del PRI, PAN y PRD tenían pensado recibir al Papa con las reformas aprobadas por el pleno, pero el descubrimiento del intento de madruguete los hizo actuar con cautela.
 De todos modos el Papa se llevará la mitad del regalo, pues, aprobado el dictamen en comisiones, quedó a un paso de su aprobación por el pleno.
 Tan le interesa a Benedicto XVI el tema de la libertad religiosa, que será uno de los temas que tocará durante su reunión privada que sostendrá con el presidente Felipe Calderón este sábado.
 El 16 de este mes, el embajador de México ante el Vaticano, Federico Ling Altamirano, dijo a la agencia Notimex que el Papa y el presidente Calderón “dialogarán sobre la reforma legal que reconocerá la libertad religiosa” en el país.
 El corolario de esta claudicación temporal del Estado laico es la asistencia de los tres principales candidatos presidenciales a la misa que tendrá lugar el domingo.
 Josefina Vázquez Mota, Andrés Manuel López Obrador y Enrique Peña Nieto podrían argumentar que están en su derecho de profesar la religión que deseen. Tendrían razón.
 Pero en estos momentos tiene lugar en el país un proceso electoral dentro del cual, los tres aspiran a ser jefes del Estado, que tiene un carácter laico.
 La visita del Papa, insistimos, no es mala. Lo malo es que quienes representan al Estado mexicano y quienes pretenden encabezarlo, busquen un beneficio político o mediático con ella.
 Con su actitud, esos actores ponen en entredicho al carácter laico del Estado, que en otras circunstancias muchos han defendido, aunque de dientes para afuera.

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