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La procesión de ayer puso fin a los actos religiosos de las fiestas en Azuqueca de Henares

No asistió ningún miembro del equipo de Gobierno (PSOE), ni de IU, sólo el portavoz del PP

COMENTARIO: No es habitual que en unas fietas el gobierno municipal no presida o asista a la procesión. Pues eso es lo que pasó en Azuqueca de Henares, pese a que la banda municipal acompañaba la procesión, ningún miembro del equipo de gobierno (PSOE), ni de IU asistió al acto. Un paso hacia la laicidad y algo que debía ser lo habitual. Quienes quieran asisitri a actos religiosos, que lo hagan. Pero no como representantes de la Administración, es decir, de toda la ciudadanía. Nos felicitamos por ello y lo publicamos como testimonio de que nada pasa por eso.


La Virgen de la Soledad descansa  desde ayer en su ermita tras una corta procesión sembrada de tradición, que puso fin a las celebraciones religiosas de las fiestas azudenses. Una vez finalizada la Misa de los Difuntos, cientos de vecinos esperaban en el medio día de ayer a las puertas de la iglesia de San Miguel. El domingo por la mañana tenía lugar una Misa Solemne en la iglesia de la Santa Cruz y por la tarde, la Virgen se trasladaba en procesión hasta este templo, en pleno corazón del casco histórico de la localidad.

    Las campanas repicaban llamando a los fieles y las andas de la virgen ocupaban el centro de la plaza para proceder a la subasta de brazos, cintas y estandarte. De 200 euros a 300, pagaron los fieles azudenses por brazo y de 100 euros a 200, por cinta. El estandarte salió a 100 euros, lo mismo que las dos cintas del mismo. Como marca la tradición la Virgen no cruzaría el umbral del Santuario hasta no tener subastadas todas las piezas de esta procesión.  

    A pesar de un descenso en las temperaturas, que augura el inicio del otoño, un deslumbrante sol todavía estival acompañaba el solemne acto y Nuestra Señora de la Soledad cruzaba el umbral de San Miguel entre los aplausos de los files y los gritos de “¡viva la Virgen de la Soledad!”, al tiempo que la Banda Municipal de Música de Azuqueca de Henares entonaba el himno de España y las campanas volvían a repicar.

    Envuelta en manto negro sobre vestido blanco con bordados de oro y enmarcada en una aureola llameante, la imagen presidió las calles del casco mientras la banda entonaba marchas solemnes a tono con la celebración en honor a los difuntos de la Hermandad.

    La cruz con los emblemas de la hermandad, seguido del estandarte con sus cintas moradas y plateadas, encabezaban la comitiva, inmediatamente después, la Banda Municipal de Música y la Virgen sobre sus andas y con sus cuatro cintas moradas, desfilaron por la calle Libertad, la calle de la Ermita y Postas hasta  la plaza de la Ermita. A lo largo de todo el recorrido desde los balcones colgaban los estandartes con la imagen de la Virgen. En esta ocasión, la última procesión de la Soledad no estuvo acompañada por el estruendo de los cohetes artificiales, como sí lo hiciera el año pasado. Entre cientos de azudenses, se encontraba el portavoz de la oposición, José Luis Moraga, pero ningún miembro del equipo de Gobierno en el Ayuntamiento.

    Una vez en la plaza de la Ermita se procedía de nuevo a la Subasta de los brazos, las cintas y el estandarte, esta vez para introducirlos en el interior de la Ermita.

La segunda subasta encareció los precios y se llegaron a pagar de 200 a 400 euros por brazo y150 euros por cada una de las cuatro cintas de la Virgen; 100 euros por el estandarte y 150 y 50 euros por las cintas del mismo.En total, entre ambas subastas, se recaudó en torno cerca de 4.000 euros.

De la misma manera que salía, entró la Virgen dentro de la Ermita, mirando a los cientos de azudenses que la observaban desde fuera entre el repicar de la pequeña campana de la Ermita y el himno de España entonado por la Banda Municipal de Música de Azuqueca de Henares.

Unas fiestas con sabor rural
Tradición, devoción y un intenso sabor rural se dieron cita ayer en Azuqueca de Henares durante la última procesión de la Virgen de la Soledad, que descansa ya en su ermita poniendo fin así a los actos religiosos. Ni el ladrillo, ni el desarrollo industrial que han impulsado un crecimiento sin parangón en el Corredor del Henares han conseguido eclipsar la tradición de un municipio que durante siglos ha tenido un carácter eminentemente agrícola. El último resquicio de la reciente historia de Azuqueca, un casco histórico que sufría recientemente un lavado de cara, volvía a ser testigo impasible del paso de la Virgen.

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