Los cristianos pueden estar en desacuerdo con la política de la Iglesia católica. Y no, no me he equivocado, he escrito política. Hoy en día los púlpitos se han convertido, salvo excepciones, en voceros de partidos ultraconservadores que afirman que la homosexualidad es una enfermedad o que la agonía previa a la muerte nos enaltece ante Dios. El Vaticano ha hecho política en contra del uso del preservativo. Los cristianos creemos en alguien que no nos falla, que nos quiere y que nos ha dado libertad para obrar. Nuestra fe la sentimos, la practicamos, pero no hacemos propaganda ni nos creemos privilegiados, sino todo lo contrario: obligados y comprometidos. La laicidad consiste en vivir desde la objetividad, el conocimiento, la libertad de creencias y en la no imposición religiosa en las materias que vivimos en colectividad: la sanidad o la educación, por ejemplo. La ética y la moral son el patrimonio común.
La casilla 105 · por Paco Cano
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