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«Ante el laicismo tan agresivo, las cofradías son un fuerte antídoto»

El obispo ensalza el papel de las hermandades y cree que el que todas las cofradías vayan a la Catedral mejorará la promoción de Córdoba

COMENTARIO: Resulta que el laicismo se lleva todos los "palos", y somos los agresivos; la iglesia se lleva todo el dinero, los privilegios, las subvenciones,… y ellos son los perseguidos. Cada cual juzgue.


Está a punto de cumplir un año en la diócesis de Córdoba y Demetrio Fernández no es ya un recién llegado. El obispo demostró en su visita del pasado miércoles a Punto Radio un buen conocimiento de las cofradías y también un aprecio por su trabajo. «Creo en las cofradías porque son una preciosa expresión de la piedad popular», afirmó en la entrevista que sirvió para abrir la segunda edición del programa «Punto Cofrade», que se emite cada día desde las 12.40.

No dudó en defender el proyecto que hoy por hoy ilusiona a una gran parte de las hermandades: el que todas pasen por la Catedral. «He preguntado al propio Cabildo y a los entendidos y siempre he visto una actitud favorable. Lo que pasa es que lleva consigo unos trámites y hay que hacerlo con los oportunos permisos».

Para el prelado, el proyecto sólo tiene beneficios, y no sólo para las hermandades y para la Iglesia. «Hay una razón principalmente eclesial: las cofradías han nacido de la entraña de la Iglesia madre», lo que sería el motivo «y la razón más honda». Algo que no se quedará sólo en la ciudad, sino que tendrá «una repercusión enorme en todo el mundo». Demetrio Fernández es consciente de que a Córdoba se la conoce por «la Catedral, antigua Mezquita, un monumento único». «Cualquiera de las cofradías cruzando por las columnas le dará una resonancia como no la tiene ningún otro lugar en el mundo entero», afirmó.

No se les escapa que junto al motivo religioso, el principal, están las razones «profundamente culturales y de promoción turística». Y le parece bien: «Si el turismo es uno de los impulsores de la vida social y cultural, me parece que el paso de cada cofradía por la Catedral será un bien turístico, social y de imagen de la ciudad a nivel mundial».

No es contradictorio lo religioso con lo cultural, y hasta mejorará la promoción, porque avanzó que el Cabildo Catedral ofrecerá imágenes de las hermandades por el interior del templo mayor para todo el mundo. Lo principal eso sí, es que servirá para «afirmar la propia identidad de las hermandades y su pertenencia a la Iglesia», lo que no será tampoco malo para la promoción exterior de Córdoba, por lo que supondrá tanto en la estética como en la cultura con el protagonismo de uno de los monumentos más importantes del mundo.

De la entrevista se saca que la consideración que Monseñor Fernández tiene a las hermandades es muy alta y que le ha bastado apenas un año para conocerlas. «Las cofradías en la diócesis de Córdoba son toda una riqueza, una gran solera de fe y de vida cristiana, amasada en la piedad popular, transmitida de generación en generación en su propia familia», apuntó.

Brotando de la Iglesia

Eso convierte a Córdoba, y a toda Andalucía, donde la Semana Santa se vive con «exuberancia», dijo, en «un muro fortísimo de contencion contra el laicismo tan agresivo de hoy». Los números cantan: «En la diócesis de Córdoba hay 300.000 cofrades de cuota. Creo que no hay ninguna entidad ni grupo social ni político ni cultural que reúna a tanta gente». Todo a pesar de las posibles incoherencias e imperfecciones, que, como afirmó el obispo, «no oscurecen la totalidad». Todo porque, como recordó el prelado, «la riqueza y el potencial de las cofradías brota de la entraña de la Iglesia y es una gran obra de presencia en la vida pública de la Iglesia, del misterio cristiano, de la devoción y la piedad popular hacia Jesucristo, la Virgen y los santos».

Algo que además es exclusivo de España, donde la tradición de la piedad popular es mucho más rica que en el resto del mundo, y que desde luego no tiene lugar en el resto de Europa. No en vano, recordó una Semana Santa vivida en Roma, cuando se dirigían a las celebraciones del Triduo Sacro, «que celebraba el Papa y que se hacían con toda solemnidad», pero que contrastaban con la normalidad de la ciudad, donde era un día laborable. En tales circunstancias, un amigo suyo jerezano decía «esto ni es Semana Santa ni es ná», afirmó.

Demetrio Fernández tomó el año pasado posesión de la diócesis a ocho días del Domingo de Ramos, así que se puede decir que llegó y se encontró con las cofradías. «Fue una inmersión total», resumió, para después expresar que «si uno no quiere vivir la Semana Santa se tiene que ir de Córdoba, porque estaba copada por las cofradías».

Ni siquiera pasó por alto uno de los lunares de las hermandades: el de la falta de formación y de los conflictos internos, que en ocasiones llegan hasta la autoridad diocesana. «Nada peor que la paz de los cementerios», dijo gráficamente para quitar importancia. «En una familia donde los niños están vivos pues se rompe algún jarrón de vez en cuando o se ensucia el sillón», pero ahí está el papel de los sacerdotes y del propio obispo para intentar solucionarlo, «los padres y el sentido común para que vuelva la paz y para que disfrutemos todos de la alegría de la convivencia». Insistió en que no le asusta que haya «conflictos o roces, porque en esta gran familia hay de vez en cuando sus más y sus menos», pero ante todo «debe estar clara su pertenencia eclesial». Aportó además un dato: el «noventa y muchos por ciento de las cofradías de la diócesis tienen en regla sus estatutos, algo por lo que, apuntó, hay que felicitarse, porque esto significa que tienen clara su pertenencia a la Iglesia».

Formación permanente y labor social

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