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Un vecino de Urueña denuncia el ruido de las campanas, que llegan a dar 1.060 toques los domingos

La demanda del afectado, dueño de un estudio de grabación, llega al Contencioso

Para unos forman parte de su tradición y costumbres más preciadas; para otros, en cambio, es un incómodo ruido que perturba el desarrollo de su actividad laboral. La discordia está servida en la villa medieval de Urueña desde que hace algo más de un año un vecino de la localidad presentara una demanda contra el Ayuntamiento por los «numerosos y ruidosos» golpes que emiten a diario las campanas de la iglesia de Santa María del Azogue. Un proceso judicial que el próximo 10 de noviembre reunirá en la sala como parte demandante al vecino Miguel Lacomba, y como parte demandada, al Ayuntamiento de Urueña, y que tendrá como testigo propuesto por la parte actora al etnógrafo Joaquín Díaz, para intentar aclarar si las campanas, además de convocar a los vecinos a actos litúrgicos, son también una molestia para la convivencia.
Todo comenzó en septiembre del año 2008, cuando el municipio consiguió los casi 15.000 euros necesarios para arreglar unas campanas que llevaban un tiempo sin sonar por encontrarse en mal estado. Fue entonces cuando se decidió instalar además un mecanismo de relojería automático que diera las horas a las medias y a en punto entre las 9.00 y las 22.00 horas. «Desde entonces el campanario es un reloj durante todo el día, suena fuerte, da las horas, las medias, el ángelus y los domingos y días de fiesta voltean las campanas durante 20 minutos. Es ensordecedor porque es un pueblo muy pequeño y el campanario está encima de nosotros», declara el demandante, Miguel Lacomba, quien asegura haber llegado a contabilizar unos 1.060 golpes de campana en un domingo.
El primer paso fue la presentación en el Ayuntamiento de una recogida de firmas (52) que acompañaron de un documento que certificaba que unas mediciones recientes habían arrojado unos niveles de ruido superiores a lo permitido, por lo que los firmantes solicitaban medidas para atajar estos tañidos sonoros. Si bien, y siempre según el demandante, ante la falta de medidas, asegura que no tuvo «más remedio» que presentar una demanda en el Juzgado porque el continuo sonido de las campanas interrumpe constantemente su trabajo (tiene un estudio de grabación). «Me he gastado 8.000 euros en insonorizar el techo y ahora intentaré poner doble ventana, pero es horrible, porque quisimos tener un estudio acogedor, con luz natural, y cuando nos ponemos a grabar, las campanas estropean la grabación», explica Lacomba, quien afirma que la situación, además de afectar a su negocio, está dañando su salud: «Estoy en tratamiento psiquiátrico tomando ansiolíticos porque es desesperante», añade. Su demanda exigirá así, por un lado, que cesen las señales horarias, «es innecesario avisar cada media hora», que rebajen el volumen de los martillos de las campanas, que se reduzcan o anulen los volteos de los domingos y festivos y una indemnización por daños personales.
Museo de las Campanas
Para el alcalde, Manuel Pérez-Minayo, que Urueña fuera de los pocos municipios que ostenta un Museo de las Campanas y tener las suyas sin funcionar «era ridículo», por lo que apostó por aprovechar la reforma e instaurar los toques tradicionales de la comarca. Si bien, aclara que al registrar las quejas se intentó solucionar el problema, se implantaron los toques horarios en las campanas pequeñas para que sonaran más suaves y se redujo el tiempo de volteo. Es más, dice que se planteó a la empresa que lo había restaurado la posibilidad de disminuir el ruido «pero no se puede porque tienen su propio volumen» y ante el respaldo «generalizado» de los vecinos, se optó por continuar con los toques. «Hay una mayoría que quiere que se deje como están, si yo viera que todo el pueblo está en contra lo suprimiría, pero es que la gente del pueblo está de acuerdo con los toques, así que nos han denunciado y escucharemos al juez, y cuando dicte sentencia la acataremos», dice el regidor, que puntualiza además que existe documentación que avala la existencia de un reloj en siglos pasados.
Pese a que el demandante logró 52 apoyos en la recogida de firmas (Urueña tiene unos 200 censados), lo cierto es que la mayor parte de la población consultada por este periódico está a favor de que las campanas suenen tal y como están. En el Mesón Villa de Urueña, un grupo de ocho hombres -prefieren omitir sus nombres- dicen tajantes que «al pueblo no le molestan las campanas» para dejar entrever que el problema se encuentra entre los habitantes que han llegado atraídos por la cultura. «Tocaban más antes que ahora, pero aun así nos vienen bien, porque como nos dan la hora no gastamos reloj», dice otro vecino. Pilar y Leoncia, dos lugareñas, lo tienen claro: «El que venga que se adapte a lo que hay», dicen contundentes. «Antes había misa, ángelus, rosario, cuando se moría uno tocaban todo el día y antes de los Santos toda la noche y no nos molestaba», añade Pilar.
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