El gobierno municipal de Barcelona recibirá dividido el próximo sábado a Benedicto XVI. Los socios minoritarios, ICV-EUiA, fueron, ayer en el pleno municipal, los únicos en mostrarse disconformes con la alharaca que rodea la vista papal. El consejo municipal aprobó una declaración de bienvenida con los votos de PSC, CiU y Esquerra. Además de los ecosocialistas, también el PP votó en contra pero no por el Papa, obviamente.
A los populares les molestó que en la declaración se animara a los ciudadanos a recibir al Papa con senyeres en los balcones. «Creo que sobra decirles a los barceloneses qué han de colgar en sus ventanas», señaló el líder popular, Alberto Fernández Díaz. Una visita papal que, por cierto, el Vaticano se encargó ayer de recordar que no era «un viaje pastoral» a Catalunya sino un desplazamiento puntual para consagrar el templo de la Sagrada Família.
La enmienda de ICV-EUiA fue mucho más al fondo. Lamentó Ricard Gomà, jefe de filas de los ecosocialistas, la implicación «de las instituciones» en esta visita por cuanto «la confesión católica se ingiere en la esfera pública» defendiendo postulados contrarios a los que su partido defiende.
REPRIMENDA DE DURAN / El apoyo que Gomà dio hace unos días, en el boletín municipal Barcelona Informació, a los manifestantes críticos con el Papa le valieron la crítica del líder de Unió, Josep Antoni Duran Lleida. El democristiano censuró, en su carta web semanal, tanto al ecosocialista como al secretario de Immigració de la Generalitat, Oriol Amorós (ERC), quien señaló que Joseph Ratzinger simbolizaba la misma visión «retrógrada» de la sociedad que el imán de Lleida.
