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Afloran los grupos ateos en recintos universitarios

Cada vez que pasa un estudiante, Anastasia Bodnar saluda con la mano y sonríe, tratando de causar una buena primera impresión antes de que los ojos encuentren una palabra que muchos estadounidenses comparan con “socialista''.

Bodnar es la cara sonriente del ateísmo en la Universidad Estatal de Iowa (ISU). Una vez por semana, la estudiante de doctorado se sienta en este quiosco en un centro comunitario del recinto universitario, para responder preguntas y recibir insultos ocasionales mientras trata de llamar la atención sobre el escepticismo religioso.

“Muchos en la universidad no saben que existimos, o nos temen y nos odian'', afirma Bodnar, presidenta de la Sociedad de Ateísmo y Agnosticismo de ISU. “La gente asume que somos unos agitadores, cuando en realidad somos uno de los grupos más pacíficos de la universidad''.

A medida que disminuye el estigma relacionado con el ateísmo, los ateos y agnósticos en las universidades están saliendo del clóset, fomentando clubes como el grupo de la ISU, que tiene 10 años de fundado.

Las afiliadas universitarias de la Alianza Secular de Estudiantes, una especie de Cruzada Universitaria Sin Dios, se han multiplicado de 80 en el 2007 a 100 en el 2008 y 174 este otoño, facilitando al movimiento ateísta nuevos campos de entrenamiento para sus futuros líderes. Otra señal de su creciente aceptación es que al menos tres universidades, entre ellas Harvard, cuentan con capellanes humanistas para llenar las necesidades de los menos espirituales.

En la Universidad del Sur de la Florida, por ejemplo, hay dos clubes activos: uno de librepensadores que hacen asados en la escuela y otro de ateos que protestan ante una visita de un grupo antiaborto.

Con el crecimiento ha ocurrido una gran introspección espiritual –o su equivalente ateo– sobre lo que deben ser los grupos seculares universitarios, parte de una mayor autoexaminación en el movimiento ateísta suscitada por el alza de los llamados “nuevos ateos'', autores de libros que figuran en la lista de éxito, y que denigran la religión y la culpan de los males del mundo.

¿Deberían los grupos ateos mantenerse independientes o crear puentes con los grupos cristianos? ¿Organizar protestas políticas o discretos grupos de discusión?

En ISU, la mayoría de los miembros del club, unos 30, son “ex'' algo, cristianos en su mayor parte. Muchos subrayan que su vida no está guiada por la antirreligiosidad, sino por la creencia en la ciencia, la lógica y la razón.

“El objetivo'', dijo Andrew Severin, investigador post-doctoral de bioinformática, “debería ser conseguir la paz interior para uno mismo y ser bondadosos con desconocidos al azar''.

Cuando el club de ISU comenzó en 1999, era fundamentalmente un grupo de discusión. Pero pronto se puso en claro que los jóvenes que abandonan la religión organizada extrañan algo: el sentimiento de comunidad. Así que el grupo añadió al calendario noches de cine y de juegos de mesa, y, más recientemente, brunches dominicales dos veces al mes.

Los miembros se proponen asimismo interactuar con sus compañeros de estudio en ISU, una escuela de ciencia y tecnología de 28,000 estudiantes con tendencias conservadoras. Ellos han organizado una velada de “Infusiones y opiniones'' en un café y charlas con invitados como en cualquier recinto universitario.

El quiosco de “Pregúntale a un ateo'' es el intento más visible de llegar a la comunidad. Un viernes reciente, un puñado de miembros se dispone a interceptar a estudiantes en camino a almorzar o a sacar dinero de un cajero automático.

Son pocos los que pasan. Scott Moseley, estudiante de último año oriundo de Bettendorf, Iowa, se detiene para conversar cortésmente.

El explica que se crió como metodista, tiene un amigo budista y está saliendo con una practicante de la Wicca.

Bodnar, que es ex católica y está casada con un budista, le recomienda la congregación unitaria universalista local, que sirve de refugio a una plétora de gente de diversos orígenes religiosos y a algunos miembros de la Sociedad de Ateísmo y Agnosticismo de ISU.

Lo más cercano a una confrontación ocurre cuando otro estudiante, con una gorra de béisbol hundida hasta las cejas, les dice en un susurro: “Yo a ustedes no puedo escucharlos'', y se va.

En ISU, lo que un miembro del club describe como una pandilla de inadaptados y marginados está tratando de crear un espacio en el cual los ateos que amenazan con el puño y los ateos que saludan con la mano y sonríen puedan coexistir pacíficamente.

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