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El Gobierno israelí da el primer paso hacia el matrimonio civil

Hasta ahora se buscaban otros medios como irse a Chipre para casarse

Entre el rechazo contundente a las exigencias del presidente norteamericano, Barack Obama, respecto a la construcción de un complejo de viviendas en Jerusalén Este, y el debate sobre medidas económicas, el Gobierno israelí ha aprobado la primera fase de la iniciativa de ley de matrimonio civil. Una decisión esperada desde hace mucho tiempo por los casi 300.000 ciudadanos que no están inscritos en Israel como judíos, musulmanes, cristianos, drusos o circasianos.

Esta es una medida impulsada por el partido Israel Beitenu, liderado por el ministro de Exteriores, Avigdor Lieberman, que durante la campaña electoral prometió la aprobación de esta iniciativa de ley.

Lieberman afirma que "es una medida histórica y vital" aunque reconoce que es solo el primer paso de un camino que tiene como destino final la legalización de sus enlaces matrimoniales y la reducción de la influencia religiosa.

La iniciativa -que dará a las parejas un reconocimiento legal- debe superar el examen parlamentario. Aunque tras conseguir el apoyo en el Gobierno tiene todos los números para ser aprobada en los próximos días en la Knésset de Jerusalén. Y es que el principal enemigo era el partido ultraortodoxo sefardí Shas, miembro de la coalición gubernamental. En plena refriega electoral, el líder de este movimiento, el rabino Ovadia Yosef, llamó "Satán" a Lieberman por sus promesas en el campo civil.

El dirigente de Israel Beitenu presume ahora de cumplir su palabra ante un importante, por no decir fundamental, sector de su electorado que procede como él de la ex Unión Soviética. Hoy en día, viven en Israel entre 250.000 y 300.000 ciudadanos "sin pertenencia oficial a una religión".

La mayoría emigró a Israel en los años 90, tras la caída de la Unión Soviética, beneficiándose de la Ley del Retorno y su origen judío. A su llegada, se toparon con la Halaja -ley religiosa judía- que no les reconoce como tal.

Como explica Ofer Kronfled, conocido luchador por sus derechos, "la mayoría de los que no están catalogados bajo una religión mantienen una vida propia de los judíos israelíes: hablan hebreo, celebran todas las fiestas nacionales y religiosas, estudian en colegios públicos, sirven en el Ejército, etc… Son consideran judíos y así les tratan la mayor parte de la sociedad israelí. La ley también tiene que verlos asi".

Y aporta un dato: Solo el 4% de este sector se casa con personas que están en sus mismas circunstancias mientras el 96% restante lo hacen con personas que, según la ley, son judíos. "Hasta hoy no se pueden casar en Israel siguiendo el rito religioso por lo que buscan otros medios como irse a Chipre para celebrar su boda", añade.

Aunque no cita una de las tendencias del último año en Israel: centenares de jóvenes israelíes se casan en una ceremonia impartida por famosos personalidades laicos, escapando así del tradicional paraguas religioso.

Según diversas asociaciones israelíes, "la propuesta aprobada es un timo y un engaño político". Alegan que la redacción de la iniciativa de ley sigue dando la última palabra a los responsables de las diversas religiones y evita una amplia reforma en todo lo que concierne a los matrimonios civiles laicos en Israel.

"Esta iniciativa de ley es importante pero muy insuficiente. El Gobierno debe impulsar una ley de matrimonio y divorcio civiles que garantice los plenos derechos a todos los ciudadanos", opina Kronfeld.

El rabino reformista Guilad Kariv acusa a Lieberman de "venderse a la coalición de Gobierno con una ley que solo ayudará al 4% de las parejas israelíes, que deben casarse anualmente en el extranjero".

En el seno de Israel Beitenu, sin embargo, están satisfechos. "Estamos cumpliendo nuestra palabra ante miles de israelíes que nos dieron nuestra confianza para que les ayudemos a solucionar su caso. Es un paso histórico que, una vez sea completado, solucionará un problema básico de Israel", afirma a EL MUNDO, un portavoz de Lieberman.

El tiempo y la aplicación de la ley dictaminarán si se trata realmente de la solución anhelada por más de un cuarto de millón de israelíes.

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