El presbítero e intelectual brasileño defiende la laicidad del Estado frente a las presiones de la Iglesia Católica
Cuando Frei Betto, fraile dominico e intelectual brasileño apunta hacia lo obvio, “La iglesia es una institución política con p grande, no seamos ingenuos”, habla con conocimiento de causa.
No sólo porque él mismo ha participado a lo largo de toda su vida en movimientos políticos en su país, siendo uno de los principales exponentes de la llamada Teología de la Liberación, esa relectura de los evangelios que intenta retornar a la Iglesia a sus orígenes, los más pobres, sino también porque cuando expone sus ideas en relación a temas como el celibato, el aborto y el estancamiento de la Iglesia, lo hace basándose en sus principios cristianos, y no en los políticos.
Invitado a disertar sobre el tema de la crisis de valores por el Centro de Investigación y Promoción Social (CIPROS), la influencia de la Iglesia Católica sobre la reforma constitucional fue el tema obligatorio en un encuentro previo con los periodistas. “No quiero meterme en la política interna de este país y mucho menos en la reforma de la constitución. Voy a contestar desde la realidad de Brasil”, aclaró. Y a continuación dejó por sentado que favorece el aborto terapéutico, legal en su país, al tiempo en que recordó que la Iglesia no siempre ha sido tan radical en su defensa de la vida.
“Si la Iglesia Católica efectivamente defendiese sin ningún criterio la vida en todas las circunstancias, ya se habría manifestado contra la pena de muerte y, lamentablemente, no solamente la Iglesia, en muchos países apoyan o son cómplices de la pena de muerte, como cuando en los Estados Unidos apoyó la masacre que este país promovió en Vietnam; o los obispos de Argentina, quienes apoyaron las torturas y dictaduras militares”, sostuvo.
En una sociedad laica, expresó el sacerdote, el Estado debe ser también laico y “la Iglesia no tiene derecho y no debería poder imponer nada”. Y sin embargo, sucede.
Ante ello, Frei Betto infiere que es la sociedad la que no tiene que seguir de forma totalitaria lo que una institución eclesiástica disponga. “La Iglesia Católica tiene que difundir su mensaje en la sociedad, pero no como una imposición política”, continúa, y cita el ejemplo de la sociedad española, en la cual los obispos herederos de la tradición franquista, acostumbrados a que el peso de sus opiniones determinaran las decisiones del Estado, han estado experimentado “felizmente” derrotas desde el punto de vista de las leyes.
Celibato
Frei Betto recuerda un pasaje bíblico en que Jesús sana a la suegra de Pedro. Es decir, señala, aquel que luego fuera nombrado como jefe de los apóstoles era un hombre casado. “No sé si Pedro le perdonó a Jesús que curara a su suegra, porque después lo negó tres veces, aunque arreglaron sus cuentas después…”, bromea. Pero se ampara en la propia historia de la Iglesia para explicar la necesidad de abolir la obligatoriedad de esta práctica, explicando que es el Concilio de Trento el que oficializa la exigencia del celibato en un momento de crisis en que abundaban más los monjes (confinados en monasterios), que los sacerdotes, que en los primeros siglos sí eran casados. “Hoy sabemos que eso no tiene sentido. Primero, porque una cosa es la vocación al sacerdocio y otra es la vocación al celibato (puede haber casos de coincidencia). Segundo, la exigencia del celibato a todos los sacerdotes es uno de los factores que produce ese escándalo de la pedofilia y eso es tremendamente grave. Eso ya debería ser un motivo suficiente para ponerle fin”, sostiene.
Matrimonio civil
En relación a las recientes declaraciones del Cardenal López Rodríguez de que los pastores evangélicos no pueden oficiar matrimonios por “no tener sacramento”, Betto expresó: Un cardenal no tiene ninguna autoridad sobre iglesias que no son católicas, entonces no puede (desautorizarlos). Si la iglesia evangélica acepta que un pastor católico tenga injerencia en su iglesia, entonces mejor que cierre sus puertas, lo mismo la Iglesia Católica, no puede aceptar que un pastor intervenga en sus asuntos… No hay cardenal o Papa que pueda decir a una iglesia evangélica “¡no hagas esto!”.
La Iglesia, lejos de los pobres
El sacerdote sostuvo que entre los años 70 y 80 la Iglesia estaba más cerca de los pobres, algo que cambió con el pontificado de Juan Pablo II, cuando inició un proceso de vaticanización de la Iglesia, otorgándoles nombramientos episcopales a los curas conservadores y no a los progresistas. Cita una frase del Papa Pío XII: “’La política es la mejor forma de caridad.’ Porque desde mi generosidad, dice, yo puedo quitar tu hambre, pero con la política yo puedo erradicar el hambre. La Iglesia no está, lamentablemente, en ese proceso, con lo que, está destinada a seguir perdiendo a sus fieles”, dice.
Asistencialismo oficial
Tras apoyar al presidente Lula Da Silva en el programa “Hambre cero”, terminó renunciando. “Originalmente, la familia ingresaba al programa y después de dos años debía salir en condiciones de vivir dignamente, porque sería beneficiario de programas sociales. Ocurrió que ninguna familia va a salir del programa, porque hay que mantenerla ahí para sostener un proyecto electoral. Y ahí yo no estuve de acuerdo. Aún así, considero a Lula mejor para Brasil y para América Latina que cualquier otro político brasileño. Sigo apoyando a Lula pero con mi derecho de hacer críticas”, dice. Para él, estos programas son positivos siempre que garanticen a las personas beneficiarias la posibilidad de superarse, y no tener que depender por siempre de esa ayuda.
