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El gobierno británico abandona a las confesiones religiosas

El gobierno británico le está fallando a una parte de la sociedad civil debido a su falta de comprensión de la religión. Esta es acusación que presenta un informe preparado para la Iglesia de Inglaterra por el Von Hügel Institute, un centro de investigación de la Universidad de Cambridge.

En una nota de prensa del 9 de junio de la Comunión Anglicana, se recogían algunos detalles del informe, "Moral, But No Compass – Government, Church, and the Future of Welfare", (Moral pero sin Brújula – Gobierno, Iglesia y el Futuro del Bienestar).

El informe es el resultado de una gran cantidad de entrevistas con personas de la política, de las iglesias, de otros credos, del sector del servicio social y del voluntariado. "Hemos encontrado, por parte del gobierno", dice el informe, "una significativa falta de comprensión de, o interés en, la aportación actual o potencial de la Iglesia de Inglaterra a la esfera pública".

El informe también acusaba a la comisión de voluntariado de datos y sistemas de clasificación muy pobres. En combinación con un énfasis deliberado en las comunidades minoritarias, esto da como resultado una relativa exclusión de la comunión anglicana y de cientos de otras organizaciones caritativas. Los investigadores concluían que el gobierno subestima de forma crítica el número de organización de caridad cristiana, sin tener en cuenta millares de ellas, y, en consecuencia, su impacto y potencial social, económico y civil.

El Times publicaba, el 7 de junio, un comentario sobre el informe, observando que la investigación revelaba que más de 50.000 fieles anglicanos están implicados de forma regular en la acción social respaldada por la iglesia.

La Iglesia anglicana quiere que esto se reconozca y reciba la financiación apropiada del gobierno. El artículo del Times observaba, sin embargo, que esto ahora se convertirá en un problema debido a las nuevas directrices de la Comisión de Voluntariado.

Declive de la Iglesia

El informe aparece en un momento en el que los últimos datos apuntan a un empeoramiento de la situación en Gran Bretaña de las iglesias establecidas. Según un artículo publicado el 8 de mayo en el Times, el número de cristianos que asisten a la iglesia se reduce rápidamente.

Un análisis publicado por el Christian Research, cuyos datos fueron puestos en duda por Lynda Barley, directora de investigaciones de la Iglesia de Inglaterra, muestra que para el 2050 el número de musulmanes que asistirán a servicios religiosos de forma regular será superior al de todos los que van a las iglesias cristianas. Para mediados de siglo habrá 2.660.000 musulmanes activos en Gran Bretaña – cerca de tres veces el número de quienes van a la iglesia los domingos, según la proyección.

Poco después, un artículo publicado en el Telegraph el 11 de mayo informaba de que Gran Bretaña podría perder hasta una quinta parte de sus iglesias en el espacio de una generación. Según el artículo, el número de iglesias se pronostica que caerá, de las 48.500 actuales, hasta sólo 39.200 en el 2030.

Dejar de lado la religión

Los pronósticos calamitosos sobre el futuro del cristianismo en Gran Bretaña son sólo la última de una serie de advertencias sobre el peligro al que se enfrenta el país debido a su creciente secularización y al hecho de dejar de lado la religión. El 6 de junio el periódico Catholic Herald publicaba que la agencia de adopciones de la diócesis de Salford está a punto de cerrar, debido a la ley que exige entregar niños en adopción a parejas del mismo sexo.

La Catholic Children's Rescue Society ha proporcionado servicios de adopción desde su fundación en 1886.

"El gobierno lamentará el día en que persiguió esta línea de acción. Ha sido un ataque laicista a la Iglesia católica", afirmaba Jim Dobbin, miembro del parlamento por Heywood y Middleton.

Las agencias de adopción de inspiración religiosa serán obligadas en breve a dar niños a parejas del mismo sexo, de acuerdo las Regulaciones de Orientación Sexual, que fueron aprobadas por la Ley de Igualdad de 2006. Esta ley prohíbe la discriminación contra los homosexuales.

En un artículo del 21 de marzo en el Telegraph, Peter Mullen, el rector anglicano de St. Michael's, Cornhill, en Londres, advertía de que no se hacía lo suficiente en Gran Bretaña para preservar su cultura y sus tradiciones.

"Nos imaginamos que podemos abandonar el cristianismo y las cosas buenas que hemos heredado en nuestro camino en la vida seguirán igual aún así", comentaba. Según Mullen, "no será así. El cristianismo formó la civilización occidental y es tan consustancial con él que, si el cristianismo se va, todo se va con él".

Mejorar el diálogo

El arzobispo de Westminster, el cardenal Cormac Murphy-O'Connor, también habló hace poco sobre el tema de los valores religiosos y la sociedad laica. En un discurso en la Catedral de Westminster, pidió que se mejorase el diálogo entre creyentes y no creyentes.

El cardenal comentaba que, en la Gran Bretaña de hoy, hay un considerable vacío espiritual, con gente que está en una especie de exilio de cualquier experiencia de fe.

"Para algunos, el que se esto se haya extendido es efecto de la privatización actual de la religión. La religión se ve amenazada como un tema de necesidad personal más que como una verdad que nos plantee inevitables preguntas", observaba.

El cardenal Murphy-O'Connor indicaba que sólo una persona moderna podría pensar que la religión es un tema privado, porque, según la tradición del catolicismo, nuestra fe cristiana es algo profundamente social.

El primer mandamiento de amar a Dios está ligado con el segundo de amar a nuestro prójimo, añadía el prelado, que claramente el cristianismo se orienta hacia la implicación pública y hace sentir su presencia en la sociedad.

"Nuestra vida en común en Gran Bretaña no puede ser una zona libre de Dios y no debemos permitir que Gran Bretaña se convierta en un mundo privado de la fe religiosa y de su poderosa aportación al bien común", sostenía el arzobispo de Westminster.

En parte, los intentos de marginar el cristianismo vienen de la incapacidad de algunos para enfrentarse a la idea de que el cristianismo pueda ser inteligente y no nos separe de la investigación racional. De hecho, la tradición católica, explicaba el cardenal Murphy-O'Connor, se caracteriza por una relación cercana entre la comprensión razonada y la fe religiosa.

Defendía que, aunque la fe cristiana no se basa en las conclusiones de la razón, es compatible con el pensamiento racional.

El cardenal se refirió a las palabras del Papa Pablo VI, quien dijo que "la fractura entre el Evangelio y la cultura es sin lugar a dudas la tragedia de nuestro tiempo".

Frente a esta situación, el cardenal Murphy-O'Connor afirmaba: "Incluso en una cultura que parece estar lejos de Dios, nadie está sin la presencia y la acción de Dios". Por eso, continuaba, tanto creyentes como no creyentes necesitan reconocerse y comprenderse mejor mutuamente, de modo más cuidadoso, sabiendo valorarse más".

No es un asunto privado

Benedicto XVI comentaba la importancia de la fe en un mundo secularizado en su discurso del 29 de mayo a los obispos italianos reunidos en asamblea general. Es necesario, insistía el Pontífice, resistir las presiones que consideran la religión, y en especial el cristianismo, como un asunto únicamente privado.

"Las perspectivas que surgen de nuestra fe pueden dar una contribución fundamental a la aclaración y solución de los mayores problemas sociales y morales de Italia y de la Europa de hoy", comentaba el Papa.

Hizo referencia a la importancia de la labor de la Iglesia en áreas como la educación y la familia, en un momento en que la sociedad está marcada por un agresivo relativismo que debilita las esperanzas que surgen de los valores y de las certezas de la fe.

Benedicto XVI recomendaba que la Iglesia en Italia siguiera con sus esfuerzos en medio de "una cultura que pone a Dios entre paréntesis y desalienta cualquier opción verdaderamente comprometedora y, en particular, las opciones definitivas, para privilegiar en cambio, en los diversos ámbitos de la vida, la afirmación de sí mismos y las satisfacciones inmediatas".

El Papa concluía diciendo que la Iglesia tiene ante sí la oportunidad de entrar en el debate público sobre las preocupaciones de la sociedad moderna en un espíritu de sincera comunión. Una comunión que sólo puede enriquecer a la sociedad en su conjunto sí las élites que gobiernan están dispuestas a dejar lugar al cristianismo en la arena pública.

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