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La Iglesia sí aprobó la Formación del Espíritu Nacional. «Educación para la Ciudadanía», una asignatura pendiente

Quienes hemos superado la frontera de los 50 tenemos muy claro el entorno en el que se desenvolvió nuestra educación inicial en tiempos del franquismo. En los primeros años el catecismo era una asignatura obligatoria, e incluso era necesario memorizar y recitar su contenido. Durante el bachiller la asignatura de F.E.N. (Formación del Espíritu Nacional) estaba orientada a conocer los principios del movimiento nacional que componían el ideario franquista, hasta el punto de que nos transmitían que quienes no lo respetasen serían considerados como enemigos de la patria. La Iglesia Católica apoyaba decididamente esta política educativa, en la que la violencia física formaba parte como método para obtener los niveles adecuados de aprendizaje. Y quienes tenían el privilegio de acceder a los estudios universitarios eran obligados a superar la asignatura de Políticas, de segundo nivel pero obligatoria, en la que se recordaba el Fuero de los Españoles, compendio de la ideología franquista.

 

Paralelamente las mujeres, durante el desarrollo de sus estudios de bachiller, eran preparadas para el matrimonio con clases de cocina y costura, siendo excepcional su acceso a estudios universitarios; y las que optaban por conseguir un trabajo estaban obligadas previamente a realizar el llamado Servicio Social. Esta desigualdad entre hombres y mujeres, fomentó el machismo y fue el preludio de la violencia de género de la que ahora padecemos sus consecuencias.


Nuevo sistema
Con la caída de la dictadura franquista y la llegada de la democracia a nuestro país el pluralismo político, en sus inicios más aparente que real, fue apartando de nuestra enseñanza este modelo de educación, hasta conseguir que la religión se convirtiese en una enseñanza no obligatoria. Para ello hubo que superar en sus inicios, y aún en la actualidad, la radical oposición de la Iglesia Católica y de la derecha más rancia de este país, la misma que en la actualidad domina al principal partido de la oposición, y que ha recuperado del franquismo el concepto “patria” como revulsivo para fomentar el enfrentamiento entre los españoles. Pero, en todo caso los demócratas fuimos incapaces de buscar una alternativa, nuestra enseñanza sufrió un deterioro paulatino que debemos de asumir y reconocer, y ahora estamos sufriendo las consecuencias.


Una asignatura pendiente
La nueva asignatura de “Educación para la Ciudadanía” puede ser la solución a medio plazo para conseguir recuperar los valores sociales y morales de referencia ante nuestra comunidad, pero dentro de un pluralismo ideológico. Debemos de recuperar el concepto de civismo ciudadano, entendiéndolo como una necesidad para revitalizar la convivencia, y una vía para erradicar el enfrentamiento y la confrontación.


Un mayor conocimiento de las normas de convivencia que todos nos hemos impuesto democráticamente, y por ello de nuestros derechos y obligaciones ante los demás, eleva nuestro nivel formativo, y nos permite comprender mejor los principios de igualdad y convivencia pacífica, pero –reitero- dentro de un pluralismo ideológico y diferenciador de nuestras costumbres y tradiciones. Es el camino adecuado para superar la violencia física y verbal que domina en la actualidad nuestra convivencia.


Pérdida de privilegios
La derecha rancia y ultraconservadora que domina el PP, con el apoyo incansable de los dirigentes de la Iglesia Católica, no lo quieren ver así, y por eso se oponen a la asignatura de “Educación para la Ciudadanía”, ya que ello supone la pérdida de los privilegios que hasta ahora han mantenido.


Cruzada de la Iglesia
Recientemente el cura párroco de Villanueva de Bogas (Toledo) negó por escrito la catequesis a los niños que cursasen “Educación para la Ciudadanía”; ahora le han obligado a rectificar, pero es un preludio de lo que está por llegar; pretender establecer una objeción de conciencia a la recuperación de los valores morales y sociales de referencia, que tienen como finalidad principal la de recuperar la concordia y los niveles adecuados de convivencia, parece toda una provocación y una defensa de la violencia verbal; pero ya sabemos como es nuestra derecha, la misma que entiende que cuanto menos formado esté el individuo más asequible será para admitir sus políticas, y en especial “la gran mentira” permanente en su actuar.


La Iglesia Católica ha emprendido en los últimos días una cruzada contra la enseñanza de “Educación para la Ciudadanía”, y anuncia que recurrirá a todos los medios legítimos de oposición; nos congratula que así sea, y con ello parece que los obispos están dispuestos a cumplir con la ley. Lo que quizás no recuerden es que la asignatura que tanto repudian está recogida en la Ley Orgánica de Educación, aprobada el pasado año en el Parlamento, pese a la oposición del PP.


Miedo a las críticas
Que la escuela forme a los estudiantes en los valores democráticos, y les impartan una materia que habla de la igualdad, el respeto por las minorías, los derechos humanos, o la libertad, parece no estar bien visto por los obispos. Son conscientes de que una sociedad más culta y educada será más crítica; y a medio plazo, con sus posiciones retrógradas, perderán capacidad para tratar de tutelar nuestra educación, y con ello los privilegios que siguen ostentando.

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