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Diálogo con poca ciencia

Jaime Valdiviseo responde al director de Investigacíón y Ciencia, versión en castellano de Scientific American, con motivo de un artículo aparecido en la misma, con escaso rigor científico.

Estimado Director de INVESTIGACIÓN Y CIENCIA

Hace más de treinta años que recibo por suscripción Scientific American, cuya lectura suelo complementar con INVESTIGACIÓN Y CIENCIA en aquello que no viene en la primera. Me ha llamado mucho la atención la publicación en el número de junio último de I+C en la sección Diálogo el artículo ‘Ciencia y Teología’, traducido de Spektrum der Wiessenschaft.

            Puedo imaginarme cómo lloverían las críticas de científicos americanos si ese diálogo se hubiese llegado a publicar en Scientific American. Supongo que a la versión alemana le ocurrirá algo así pero no tengo medios de constatarlo. Lamento que la versión española de la revista no contemple una sección de cartas de los lectores para poder comprobar si esto ocurriría también en esta revista y en este caso.

            Si el mencionado diálogo se hubiese desarrollado entre un teólogo y un científico no-creyente, sería el articulo ideal para un medio que se precia de divulgar los avances de la ciencia y con ella el valor de la racionalidad en el pensamiento, pero al tratarse de dos personajes del mismo lado de la fe parece como si los argumentos de ambos fuesen perfectamente aceptables para los editores de I+C y Spektrum y por tanto defendibles ante la comunidad científica. No me preocupa el impacto del artículo en esta comunidad sino el efecto que puede causar en el público general que siente interés por la ciencia y lee esta revista pero puede carecer de los elementos de crítica necesarios.

            Puede sonar audaz mi apreciación de que el profesor  Börner sea creyente pero al emplear frases como que “…parezca tan interesante el origen del cosmos y el relato de la creación; es un punto de encuentro entre ambas disciplinas (teología y ciencia)”. O bien según dice más adelante “…soy un sistema de átomos… (que) funciona como una máquina biológica. Pero en lo profundo de mi ser estoy convencido que esto no es todo”, no queda más remedio que deducir que es creyente. Si bien es cierto que más adelante se contradice con la aseveración “… yo no puedo admitir ningún influjo que no esté condicionado por las leyes naturales”, tal vez esas ambigüedades lo califican mejor como ‘escéptico’. Cualquiera que sea la postura filosófica de nuestro cosmólogo, sus expresiones en I+C no dejan de parecer fuera de lugar.

No tengo nada en contra de los creyentes o sus ideas que suelo limitarme a no compartir, lo que me parece anormal son las expresiones fideístas manifestadas en un órgano científico que no las contrasta dentro de los términos de la ciencia.

También me suena muy sesgada la caracterización que Börner hace de las religiones: “la religión habla de la visión del mundo, de la humanidad y del lugar del ser humano en el mundo”. A mí me parece que la esencia -y de lo que se ufanan las religiones- es exactamente lo contrario de lo que afirma Börner. Es ‘el otro mundo’ según proclaman los teólogos cuya existencia conocen por ‘Revelación divina’ y que promueven como ‘última morada’ del ser humano pues tras la muerte física el individuo no se extingue. Esta es la esencia de las religiones predominantes  en nuestra cultura. Esto no sólo no es un punto de encuentro entre ciencia y religión, es un choque frontal entre dos sistemas: la razón o la fe.

Quienes creen en un Ser creador del mundo y con un propósito en relación al ser humano, lo hace desde una postura fideísta, no con argumentos de lógica racional. Nunca han podido demostrar esas aseveraciones y se conforman afirmando que nadie ha demostrado que Dios no existe. Con esa lógica también estarían obligados a creer en las hadas y en Papá Noel (por cierto, mi nieto de 6 años cree en ellos porque los ha visto). La carga de la prueba recae en quien afirma, es una regla esencial en sistemas lógico deductivos.

También, entrando en otra de las argumentaciones de los contertulios, cabe afirmar que antes del Big-bang sólo había una ‘singularidad’. En esas circunstancias debemos admitir la no existencia del tiempo ni del espacio, por lo que no ha lugar a especular sobre la existencia de un ente fuera de la singularidad y anterior a ella que dé origen a ésta y a la gran explosión. En cualquier caso, si aún quedan dudas a los científicos sobre algún resquicio sin resolver sobre el momento previo a la gran explosión, lo que no se puede hacer automáticamente es decir ‘ahí cabe Dios’, porque entonces estamos haciendo teología de agujeros que es exactamente lo que critican Küng y Börner pero es lo que ha hecho siempre la Iglesia; retroceder ante los descubrimientos científicos y pretender nuevos apoyos donde la ciencia aún no ha encontrado una respuesta.

El número de junio de Scientific American incluye un artículo “No Prayer Prescription” (traducción aproximada ‘La oración excluida de la receta médica’), un ejercicio de buena ciencia donde se demuestra empíricamente la inutilidad de las oraciones para pedir por los enfermos. Espero que se publique en I+C para contrarrestar el mal sabor del Diálogo.

Jaime Valdivieso

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