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La Constitución europea y la referencia a las raíces cristianas

En este artículo de opinión, Gabriel Alonso, de la universidad San Pablo-CEU de Madrid, entiende que mantener la identidad laica de un Estado no supone militar en el laicismo, y pone como ejemplo Constituciones de países de la UE.

La pasada semana, Canal Solidario-OneWorld publicó un artículo de opinión de Luis Méndez Asensio, de la Agencia de Información Solidaria, a favor de eliminar las referencias cristianas en la Constitución Europea. Gabriel Alonso responde ahora en este artículo a Luis Méndez, con una defensa de estas referencias cristianas que, a su entender, “expresarían el sentir mayoritario del pueblo español y de otros europeos.

En el debate surgido sobre la inclusión de la mención expresa a las raíces cristianas de Europa existe una enorme confusión. Mantener la identidad laica de un Estado no supone militar en el laicismo (actitud beligerante contra el hecho religioso).

La Constitución española es, en este sentido, un ejemplo claro: que el Estado se declare aconfesional no impide que se haga una referencia expresa al sentir mayoritario del pueblo español y a la especial importancia de la religión católica. Pero es que, además, hay países como Alemania cuya constitución, en su preámbulo, hace una referencia explícita a nuestra responsabilidad ante Dios (por no mencionar el preámbulo de los estatutos del PSD alemán, de orientación socialdemócrata, donde se hace mención expresa a su inspiración en el humanismo cristiano).

Se dan casos como el de Irlanda, donde incluso se incluye una mención a la Santísima Trinidad. Habría que añadir a ello la situación de países como Dinamarca o el Reino Unido, donde hay una religión estatal establecida y -en el último caso- el Soberano no es sólo el jefe del Estado sino también cabeza de la Iglesia.

También, es cierto, se da lo contrario y encontramos países como Francia o Italia que definen el Estado como secular. Lo que cabe constatar, en definitiva, es una enorme heterogeneidad pero no cabe olvidar que cerca de la mitad de la población Europea vive en Estados cuyas constituciones hacen una referencia explícita a Dios y/o a la Cristiandad.

Ahora bien, un valor de la tradición europea es que, en los países anteriormente citados, el principio de libertad de religión y de conciencia están totalmente consagrados -sea cual sea su formulación constitucional- y sería un atrevimiento acusar a los que recogen alguna mención religiosa de ser menos respetuosos con la democracia liberal que los que no lo hacen.

Por lo tanto, la Constitución europea debería reflejar la heterogeneidad del continente. La negativa a mencionar el cristianismo se basa en un falso argumento que confunde el secularismo ideológico con la neutralidad o imparcialidad. Y esto es una falta de respeto a la sensibilidad de millones de ciudadanos y a la identidad cultural de Europa.

El cristianismo ha influido tanto o más en la conciencia europea que la Revolución Francesa y, por ejemplo, en la constitución gala se hace mención de esta última (aunque no fue un proceso pacífico ni respetuoso precisamente con muchos derechos humanos que decía proclamar). Quiero decir con ello que deberían recogerse las grandes influencias que ha recibido Europa y, en el terreno religioso, lo único que se pide es una mención especial a la herencia cristiana dado que es una obviedad a la que sólo se puede resistir por motivos ideológicos poco honestos con la realidad histórica del continente.

En conclusión, lo que se pretende es que prime una concepción del mundo: el secularismo. ¿Es que excluir la mención al cristianismo es más neutral que el incluirlo? ¿No debería la Constitución europea ser respetuosa con ambas tradiciones? Europa no puede predicar el pluralismo cultural y practicar el imperialismo constitucional.

Además uno de los grandes obstáculos en la expansión de la democracia es pensar que ambos, religión y democracia, son mutuamente hostiles y que hay que desterrar lo religioso de lo público y arrinconarlo en el ámbito privado. ¿Es ese el mensaje que quiere enviar Europa al mundo? Podría ser la viva imagen de que la democracia no tiene miedo de la religión y de que la religión no tiene miedo de la democracia y de que el auténtico pluralismo es el que garantiza la libertad de conciencia y de religión pero que, a su vez, reconoce y refleja sin miedo -incluso en la Constitución- las creencias de muchos de sus ciudadanos.

Pero siempre hay quien en nombre de la tolerancia y el respeto ataca ideológicamente, sin ningún reparo ni escrúpulo intelectual y moral, la sensibilidad de millones de ciudadanos, la identidad histórica y cultural de Europa y la de muchos de los países que la integran.

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