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115.000 firmas piden al arzobispo de Granada que anime a las víctimas de abusos a denunciar

La mayor plataforma de peticiones del mundo, Change.org, ha recogido en tan solo unos días más de 115.000 firmas para pedir al arzobispo de Granada, Javier Martínez, que tome inmediatamente medidas contra los abusos a menores. En una carta dirigida a la Conferencia Episcopal, al Nuncio del Vaticano en España, a la Congregación para la Doctrina de la Fe y al propio prelado granadino, los firmantes piden al arzobispo que en sus apariciones públicas anime a las víctimas y posibles testigos a denunciar los delitos de abusos sexuales en comisaría.

También solicitan que Javier Martínez incluya en la página web de la diócesis de Granada, “en un lugar visible”, una campaña contra el abuso sexual en la que anime a sus feligreses a acudir a la Policía si tienen información sobre posibles casos de pederastia. Le reclaman además que enfatice en esa campaña que encubrir la violencia sexual contra menores “no sólo es un delito sino un grave pecado”.

EL CIRCUITO PARROQUIAL DE LOS ABUSOS

“Lo mismo debe hacer en todas las hojas parroquiales y diocesanas”, dice la carta en la que reclaman al arzobispo que visite todas las Iglesias donde los acusados han trabajado y anime a sus empleados y feligreses a acudir a la Policía si tienen información sobre posibles casos de pederastia. Así, los firmantes creen que el prelado granadino debería visitar la parroquia de San Juan María Vianney en Granada, donde ejerció el principal imputado y supuesto líder del clan de los romanes, Román Martínez Velázquez de Castro, la parroquia de la Expectación de Órgiva, donde ejercieron funciones pastorales el juez diocesano Francisco José Campos y Manuel Morales Morales, y al IES Alonso Cano de Dúrcal, donde trabajó como profesor de Religión el imputado  Sergio Quintana Muñoz.

Además,  instan a Martínez a suspender de sus funciones “a todo sacerdote, obispo, seminarista, diácono, profesor de religión o cualquier otro empleado que haya sido acusado creíblemente o haya encubierto casos de pederastia”, a denunciarlos inmediatamente en comisaría y a entregar “todas las potenciales pruebas y documentos incriminatorios a la Policía”.

“El mal triunfa cuando las buenas personas no dicen nada”, dice el escrito, que subraya que “la violencia sexual florece en un clima de secretismo”.  “Los niños permanecen en riesgo mientras siga en vigor la ley del silencio”, añade, para subrayar que “cuando la violencia sexual es expuesta públicamente, las víctimas comienzan a sanar”.

Los firmantes invitan a acudir siempre a la Policía, “no a las autoridades eclesiásticas”, a cualquier ciudadano que tenga información valiosa sobre casos de pederastia. “Solo así podremos evitar otros casos como el de Daniel”, indican.

EL AUTOR DE LA CARTA ES UNA VÍCTIMA

La carta, titulada ‘rezar no es suficiente’, la escribe alguien que confiesa haber sido objeto de abusos sexuales en su infancia por un sacerdote. “Desgraciadamente conozco en primera persona el trauma de ser abusado por alguien en quien confías”, relata. “Cuando conté a sus superiores lo sucedido, la respuesta fue el encubrimiento y el secretismo. Años después quise denunciar los hechos, pero como en tantos otros casos, el delito había prescrito”.

“Desde entonces decidí contar públicamente mi historia para evitar nuevos casos”, señala el promotor de la petición. “Aunque para mí esta es una petición muy difícil de escribir, creo imprescindible que como sociedad perdamos el miedo a hablar sobre los abusos sexuales a menores” para prevenirlos, explica.

En la reflexión que encabeza la petición, cuenta que siguió con “horror” la detención de los tres sacerdotes y el profesor de Religión de la Archidiócesis de Granada  por supuestos abusos a menores. “Las dos víctimas que han denunciado deberían ser alabadas por su valentía”, indica. “Estoy muy preocupado porque creo que el Arzobispo de Granada no está haciendo lo suficiente para ayudar a esclarecer los hechos”, añade, y critica después su respuesta más visible: postrarse ante el altar mayor de la Catedral para pedir perdón por los escándalos que han afectado a la Iglesia. “Estas acciones simbólicas pueden tranquilizar conciencias, pero no protegen a los niños”, señala después “Solo los hechos concretos les protegen”, concluye.

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