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¿Formación o deformación?

II Jornadas sobre Temas de Actualidad del Seminario J.H. Newman en la Universidad de Granada

A principios del presente curso, en octubre del pasado año, se impartió un ciclo de conferencias que llevaba por título “Temas de Actualidad”, organizado por el Seminario de Estudios J. H. Newman, una asociación integrada en la Universidad de Granada (http://www.ugr.es/~senewman/index.htm), cuyo objetivo es “fomentar el conocimiento, desarrollo y divulgación del pensamiento cristiano católico en el ámbito de competencia de la Universidad de Granada”. Este ciclo de conferencias que se impartió en dependencias de la universidad criticaba la Teoría Evolutiva y el método científico. Estos hechos provocaron la movilización de un grupo de profesores de la Facultad de Ciencias en contra de estas actividades que promulgaban ideas religiosas contrarias a los conocimientos científicos que se enseñan en nuestras aulas.

En estos días del mes de marzo está teniendo lugar un II ciclo de conferencias organizado por la misma asociación. El lunes 14 se impartió la cuarta conferencia del ciclo que llevaba por título “Evolución: azar y finalidad”y decidí asistir preocupado por el título que ya apuntaba una conclusión equivocada: no se puede admitir ningún tipo de finalidad en el proceso evolutivo.

El conferenciante no era biólogo evolutivo sino ingeniero de telecomunicaciones jubilado empleado durante años en un banco de Suiza y que era presentado como profesor del Ateneo Pontificio “Regina Apostolorum” de Roma. Aunque me sorprendieron muy positivamente sus contundentes afirmaciones de que la teoría de la evolución funciona y el hecho de que en ningún momento criticara la ciencia o el método científico,  sus conocimientos sobre la Teoría Evolutiva eran muy escasos. Por un lado se excedió valorando la importancia del azar en la evolución y por otro se contradecía comentando que algunas cuestiones no eran azarosas, como la reproducción. Es cierto que la variabilidad genética se produce al azar, pero el proceso que actúa sobre esa variabilidad, la Selección Natural, que es el principal mecanismo responsable del cambio evolutivo, no tiene nada de azaroso. Como su nombre indica es selectivo.

Más del  90% de la conferencia la dedicó a describir el funcionamiento de un programa de ordenador diseñado para ayudar a tomar decisiones sobre a qué hospital llevar a un enfermo según sus síntomas. El objetivo era mostrar que el programa iba mejorando con el uso y destacar que el proceso era muy similar al de la evolución. Los dos o tres últimos minutos de la conferencia los dedicó a destacar que ese programa había sido diseñado por un profesional, que tenía una finalidad y que, por tanto, la evolución también debería de tenerla.

La conferencia fue una pena en varios sentidos. En primer lugar porque, aunque muy respetuosa con la Ciencia y la Teoría de la Evolución, estaba basada en el argumento creacionista de siempre. La idea es muy antigua, William Paley la utilizó para “crear” su famosa analogía del relojero: si encontramos un reloj tirado en el campo, la perfecta distribución de sus piezas y la precisión de su funcionamiento, según él nos permitiría deducir, sin lugar a dudas, que ha sido diseñado por un ser inteligente. Esta sencilla propuesta publicada en 1802 ya era mucho mejor (más clara e intuitiva) que la del programa de ordenador presentada en esta conferencia. Desde entonces se han sucedido diferentes argumentos creacionistas (más tarde denominados de “diseño inteligente”) basados en rasgos biológicos como la estructura del ojo o del flagelo bacteriano. Basándose en esta última, Michael Behe propuso su idea de la “complejidad irreductible”, la última (1998) y mejor versión del creacionismo, aunque fue totalmente desmontada por los biólogos evolutivos durante los siguientes años. En la conferencia del 14 de marzo, por lo menos se podría haber presentado uno de los argumentos creacionistas más recientes como los que he mencionado, pero no, estuvo basada en el paupérrimo argumento del programa de ordenador que no aportaba nada aprovechable para ser aprendido.

Está claro que la formación de los alumnos no es la finalidad de este ciclo de conferencias, basta con poder concluir, de una manera o de otra, que existe una finalidad para poder justificar la necesidad de un “Diseñador” que sería el responsable de la existencia de los seres vivos en nuestro planeta. En la página web de la asociación organizadora se especifica textualmente: “queremos mostrar la belleza de nuestra fe a través de diversas actividades como conferencias, seminarios, mesas redondas, foros de debate, cursos de libre configuración…”; sin hacer ninguna referencia a la formación de los alumnos. Esto es muy preocupante, sobre todo teniendo en cuenta que en dicha asociación son mayoría los profesores universitarios. Se invita a hablar de evolución a un señor que no sabe nada del tema (de hecho se disculpó por no poder responder preguntas relacionadas con la biología), simplemente porque concluye que en la evolución existe una finalidad, afirmación que no haría ningún biólogo evolutivo. Esto no es promover la formación, es favorecer la deformación de los alumnos.

Señores profesores universitarios del Seminario de Estudios J. H. Newman, su compromiso religioso está fuera de toda duda, pero ¿dónde está su compromiso con la formación de los alumnos? ¿Les parece ético aprovechar su posición de profesores de universidad para organizar cursos de libre configuración en los que se intenta adoctrinar a los alumnos sin importar su deformación?

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